Opinión

Salvador Camarena: El país al que le sobran presidentes

Marcelo Ebrard. | El fin de semana, el canciller dijo que buscará la candidatura presidencial | Fuente: Cuartoscuro

Decía ayer Templo Mayor de Reforma que Marcelo Ebrard Casaubon (MEC) viajó con recursos propios a Hidalgo a hacer campaña partidista. Y que lo mismo hará en las siguientes semanas: que él y no el erario pagará sus giras proselitistas a las otras cinco entidades con elecciones este año.

Supongo que el sábado no fue un día fácil para el secretario de Relaciones Exteriores. Elegir el auto no oficial en que viajaría a Hidalgo. Buscar el tag para optimizar tiempo en las casetas. Calcular las horas en que no podría atender mensajes oficiales en su WhatsApp pues estaría al volante. O quizá contrató chofer particular para la ocasión. Si no hizo esto último, también debió ocupar su tiempo y concentración, como cualquier mortal, en seguir la ruta del navegador. Y tras el mitin, emprender el regreso a CDMX, en esa carretera que suele ir pesadita de tráfico. Y es que la vida de los no funcionarios, ya se sabe, es harto fatigosa y nada ejecutiva.

Lo bueno es que ese día las cosas le rodaron bien a MEC. Que en el mitin al que acudió para apoyar a Morena en las elecciones de junio hubo para él gritos de “presidente-presidente”. Marcelo, amigo, estas huestes están contigo.

El esfuerzo valió la pena. Más porque ese arropamiento fue muy oportuno: luego del destape como corcholata de Adán Augusto López en el mismísimo Palacio Nacional, y la víspera de las horas difíciles por el aniversario este martes de la caída de la Línea 12, construida por él y donde murieron 26 personas y resultó herido un centenar más.

La pasarela oficialista está a todo lo que da. Y para ser justos con el encargado de la diplomacia mexicana, digamos que así como él se va de campaña, lo mismo ocurre con la jefa de Gobierno, que debe enfrentar agobios similares a los de Ebrard cada que pide el día para irse a alguna de las entidades que su partido pretende ganar en un mes.

Y de que Adán Augusto López también dedica el tiempo que debería ser para la gobernabilidad al proselitismo partidista tuvimos ejemplos más que transparentes en eso que llamaron revocación, pero que fue justo un intento de lo contrario.

Tres presidentes tres. A Claudia, Marcelo y Adán les gritan, ahí donde con los de Morena van, que se ve, que se siente, que la candidatura está latente.

El concurso del aplausómetro ha comenzado. Pero la competencia, no podemos olvidarlo, está arreglada. Hay un gran elector, y la masa vitoreará a cualquiera de esos tres, o a quien surja por sorpresa. Porque para qué son los tapados sino para generar suspenso.  

De forma que los gritos del sábado para Marcelo en Hidalgo, o los del jueves para Adán Augusto en Palacio, son paisaje que está lejos de prefigurar realidad alguna.

Lo real, lo verdadero, es que tenemos a un Presidente que adelantó la sucesión por obra y gracia de la desesperación, para distraer a la ciudadanía de la tragedia capitalina de justo hace un año, donde de una forma u otra el movimiento de AMLO quedaba en entredicho.

Juguemos a los tapados, propuso Andrés Manuel. Y su iniciativa fue secundada por la prensa. Porque al tapadismo le entramos todos, incluido el senador Ricardo Monreal, quien recién declaró que en una interna les ganará a las corcholatas.

Mientras eso llega queda advertir: la sucesión divide y distrae; pues quién prefiere desgastarse en gobernar cuando te premiarán por grillar. Vaya momento para México, el país de enormes retos al que le sobran “presidentes”.

Salvador Camarena 03.25.2022 Última actualización 03 mayo 2022 7:25

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