Aclaración: 2006 queda lejos de 2024: el sistema mediático es muy distinto (ahora redes sociales, fake news y bots incluidos, tienen un peso que entonces ni existía); la ley cambió, y se supone que hoy no se puede pagar para atacar, y, obvio, el lopezobradorismo va a la elección desde el gobierno y en pleno uso y abuso de múltiples recursos.
Dicho lo anterior y “dadas las circunstancias” (Azucena Uresti dixit al anunciar su salida de Milenio), se vale revisar lo ocurrido hace 18 años para preguntar la estrategia de la candidata Claudia Sheinbaum con la prensa en la campaña.
Porque no es forzado el paralelismo entre un AMLO que iba arriba en las encuestas, cuyo triunfo tantos daban por descontado en la contienda de 2006, y la candidata Sheinbaum, que actualmente disfruta de una cómoda ventaja en los sondeos, y cuya victoria otros tantos ya ven como un hecho.
En días pasados, y ante la insistencia de Xóchitl Gálvez de retar a Sheinbaum a debatir, repasé aquí lo ocurrido en 2018, cuando la exalcaldesa de Tlalpan no tuvo en esos encuentros rumbo a la Jefatura de Gobierno mayor crisis. Y sin embargo, la candidata opositora presidencial apuesta a esos choques.
Y volviendo a 2006, ni siquiera se puede decir que López Obrador se metió en problemas en esa cita sólo por no acudir a un debate.
En aquella campaña, Andrés Manuel también comprometió su liderazgo por su decisión de marginar y/o desatender a los medios: lo mismo locales que internacionales, lo mismo a quienes le cubrían electoralmente que a quienes le habían seguido por años, incluidos Proceso y La Jornada.
Así lo describieron Alejandro Almazán y Óscar Camacho en La victoria que no fue. López Obrador entre la guerra sucia y la soberbia (Grijalbo, 2006). En el primer capítulo de esa crónica los autores citan al tabasqueño advirtiendo: “Voy a ser el primer candidato en ganar sin televisión”.
Almazán y Camacho: “Cuando en infinidad de ocasiones Andrés Manuel se ha dicho víctima de los medios, su discurso deja de lado todos los errores que tuvo en campaña: la ausencia de una estrategia real para los medios electrónicos; su desdén hacia la prensa; su flojera para dar entrevistas”.
Más adelante apuntan: “‘Andrés fue el antimarketing’, nos dice un lopezobradorista. ‘Todos vienen a buscarte, te dan como ganador ¿y les sales con que no quieres recibirlos? Eso, sin lugar a dudas, fue un gran error’”.
“‘Si Andrés hubiese hecho su trabajo con los medios quién sabe si estuviéramos en esta situación de derrota’. Se dice que sobre el escritorio de César Yáñez quedaron más de 150 solicitudes de entrevistas sin respuesta. Todo porque en las sobremesas, Andrés Manuel prefirió seguir arisco, hablar del beisbol, del buen café de altura…”.
Quién sabe si en 2024 los debates serán un escollo para Sheinbaum; pero falta también ver qué estrategia tendrá ésta con la prensa, con exitosos espacios mediáticos, con conductores y periodistas que en este sexenio han sido desdeñados e incluso objetivo de ataques de parte de Palacio Nacional.
Ya en campaña ¿irá con Carmen, Ciro o Azucena en las mañanas? ¿Con Denise y Joaquín al mediodía? ¿Asistirá a Tercer Grado si la invitan? ¿Tendrá una entrevista con Roberto Zamarripa, estará en La Silla Roja?
Distintos espacios de radio y de las barras de opinión han incorporado voces cercanas al lopezobradorismo, pero en la campaña se quiere oír entrevistas con la persona que compite, máxime si se le da como ganadora.
AMLO desdeñó y subestimó a la prensa en 2006. ¿Qué hará Claudia Sheinbaum en 2024?