La ausencia del presidente Andrés Manuel López Obrador de la arena pública por más de tres días debido a razones de salud tuvo una externalidad: ¿cómo actuaron y se comportaron quienes aspiran a sucederlo? A quien le regalaron el escenario, le quedó grande. El aspirante más lejano de las querencias profundas del Presidente, sorprendió. Y la preferida, no pudo nadar sola.
La eventualidad por el incidente de salud del Presidente concentró los reflectores en una de las llamadas corcholatas, el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, quien por ley y porque así lo quiso López Obrador, encabezó al gobierno mientras el jefe del Ejecutivo no pudiera hacerse cargo de los asuntos de Estado. El secretario López recibió un maní político caído del cielo, pero no pudo comérselo.
Era la segunda vez que tenía la oportunidad de brillar, tras haber sustituido al Presidente en la mañanera y ocupar formalmente el cargo en enero de 2022, cuando dio por segunda vez positivo de covid-19, y la prudencia con la que se comportó le ganó aplausos. Hoy fue todo lo contrario. Apareció en la mañanera desinformado y pendenciero, confuso y contradictorio. En el momento que debía mostrar su temple, generó inestabilidad y produjo incertidumbres.
El episodio redujo significativamente la presencia de la jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, en la opinión pública, aunque, paradójicamente, no estuvo inmóvil. Anunció un incremento en los salarios de más de 25 mil trabajadores en el gobierno central, inició una gira por Estados Unidos para reunirse con migrantes y participó en la Cumbre de Ciudades de las Américas sobre cambio climático y movilidad en las ciudades con sus pares de todo el continente. Iniciativas concretas y actos de relumbre que quedaron en segundo plano, demostrando que sin el helio que le inyecta López Obrador no puede volar.
El tercero en discordia, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, no tenía muchas posibilidades de ser visto, pero tuvo un haz de luz altamente significativo, la fotografía donde aparece junto a la primera no dama, Beatriz Gutiérrez Müller, cruzando sonrisas durante un evento de ella, el Fandango por la Lectura en Tabasco, sin existir coyuntura ni pretexto para que el canciller la acompañara.
Ebrard ha sufrido con la intervención de Gutiérrez Müller en asuntos de política exterior, como con la carta al rey de España exigiendo disculpas por la Conquista y nombramientos en embajadas que no pasaron por él para su opinión. Pero ante las embestidas, Ebrard ha sido resiliente pensando en la candidatura presidencial, y con la certeza moderada de que López Obrador le pagará con la candidatura, la que él le cedió en 2012, y por el trabajo realizado en la Cancillería.
El hándicap que tiene Ebrard en la carrera presidencial es que no pertenece al círculo interno de López Obrador, como sí forman parte Sheinbaum y el otro López. Esta falta de pertenencia la arrastra hace tiempo. En ese grupo lo consideran un traidor por las resistencias que presentó cuando disputó con López Obrador la candidatura presidencial, y porque están convencidos de que, de llegar a la Presidencia, haría modificaciones al proyecto lópezobradorista. Ebrard sí lo hará, pero no lo ha ocultado. Desde otoño del año pasado ha ido colocando su oferta de “continuidad con cambio”, que el sector duro en torno al Presidente y en Morena ha criticado fuertemente.
Continuidad con cambio es lo que, de manera menos conspicua, han ofrecido informalmente Sheinbaum y el otro López a los grupos de interés económico, con quienes se han reunido discretamente o enviado mensajes para subrayar que la forma como López Obrador gestiona la Presidencia cambiará de tono e intensidad.
Sin embargo, en el ánimo de esos grupos se mantiene la inclinación hacia Ebrard, a quien consideran comparativamente como una figura más atractiva para los inversionistas y con quien podría haber un mejor diálogo, menos ideologizado y más pragmático. Sheinbaum está en las antípodas de Ebrard, mientras que el otro López es visto como un candidato atractivo, pero por las peores razones: creen que pueden tener componendas con él al estilo del viejo régimen.
El secretario de Gobernación perdió una gran oportunidad en los tres días en los cuales López Obrador no apareció en público, pero dentro de su equipo consideran que volvió a entrar en la lucha real por la candidatura. “No le va a alcanzar”, dice un experto en opinión pública sobre su verdadero potencial. En esa lógica, por más que haga y por más dinero que inyecte a su promoción, no representará una amenaza para Sheinbaum o Ebrard.
López, el secretario, se movió durante los tres días de ausencia del Presidente y encabezó una reunión con los gobernadores de Morena y los superdelegados el miércoles en Palacio Nacional, no en Bucareli, punto relevante porque los símbolos juegan mucho en los regímenes con cultura política vertical y autoritaria. Sheinbaum, que inició la semana con una cascada de adhesiones en varias partes del país que visitó durante el fin de semana, se perdió en la tolvanera levantada por la salud del Presidente. Ebrard prácticamente no hizo nada, pero lo que sí hizo tiene un valor incalculable. La fotografía con Gutiérrez Müller, la esposa del presidente de los símbolos, fue un mensaje, pero, ¿para quién?
Sheinbaum es la destinataria natural, y se magnificó su significado porque no pudo brillar sin el cobijo de López Obrador, que no necesita Ebrard, quien tuvo un aparente desliz al anunciar que, entre otras razones, la cumbre antiinflacionaria en Cancún se posponía por el covid del Presidente, alimentando la especulación sobre su salud. El otro López lo desmintió, pero ya no crujieron los maderos en Palacio, porque su errática actuación durante la semana, con mentiras e imprecisiones reiteradas, le quitó credibilidad a su palabra.
En esos tres días las corcholatas, por circunstancia y coyuntura, tuvieron que caminar sin el apoyo de López Obrador, y ya vimos lo que sucedió. Pero nadie importa en esta carrera, salvo el convaleciente, que decidirá a quién quiere como sucesor.