Hace algunos meses recorté (trabajo a la antigüita) un artículo de Germán Martínez Cázares que me pareció particularmente brillante, sobre la cobardía y abyección de los que se pasan a Morena porque ven inevitable el triunfo de López Obrador.
“Obediencia anticipatoria” se llama el texto de Germán Martínez, publicado en Reforma el 29 de marzo del año pasado, que arranca con una pregunta:
“¿López Obrador ganó, ya, la Presidencia? Una mezcla de inevitabilidad histórica, derrota anticipada, cobardía cívica, cargada política, cuidado de negocios y trasiego de privilegios se siente en el ambiente. El rey se pasea, sus súbditos salen a vitorearlo”.
Al final del artículo Martínez Cázares da el antídoto para no irse a la cargada y conservar el decoro. Cita un texto de un profesor de Yale, titulado “Sobre la tiranía”, del que transcribe una de las lecciones del siglo XX: “No obedezcas por anticipado… la mayor parte del poder del autoritarismo le ha sido otorgado libremente… La obediencia anticipatoria es una tragedia política, significa adaptarse instintivamente, sin reflexionar, a una nueva situación”.
Y aplica el párrafo anterior a AMLO: “Ese ‘prontismo dócil’ no pregunta ‘qué cambió’ en quien presume haber cambiado; es la rana de Esopo, dispuesta a cargar al escorpión, con la simple promesa de que no lo picará… ja-ja-ja”.
Con ese rasero juzgó a Miguel Barbosa, en el texto referido, cuando éste se pasó a Morena para obtener una candidatura: “El senador Barbosa sin complejos ejecutó en lo alto de su circo el vuelo en el trapecio, intentó brincar de la barra horizontal del PRD a la de Morena, pero ¡sin soltarse de ninguna! (ni del dinero de la coordinación)”.
Apuntó algo digno de aplauso: “Es una herejía periodística exigirle (a López Obrador) aclarar sus nexos en Guerrero con los gobiernos manchados con la sangre de estudiantes de Ayotzinapa. Nadie tampoco le cuestiona que en la era de las energías renovables, quiera construir una refinería de petróleo”.
Del próximo senador de Morena también recorté un texto que es de una claridad meridiana acerca de su ideología: “Cárdenas ha muerto”, publicado en el mismo periódico cuando se aprobó la reforma energética. Dice:
“Un funeral. Con asombroso tino los diputados perredistas organizaron en el Palacio Legislativo unas pompas fúnebres por la muerte de Lázaro Cárdenas. ¡Acierto total! Efectivamente la reforma energética ‘lo mató’; ojalá, su obra, jamás resucite!”
Sustenta su dicho: “Aunque sea difícil entenderlo por tantos años de culto público, biografías acríticas y fanatismo político, el general Cárdenas representa muchas de las causas del atraso del país. La reforma energética representa reparar una de ellas. Verdadera hazaña derribarlo de su pedestal mitológico. El logro es del presidente Peña, pero también, y en gran medida, de la oposición socialmente útil del PAN”.
Remató su texto con una imagen fuerte –que no comparto: “Divinizar a Cárdenas le costó mucho al país. El régimen priista poco a poco se alejó de su pasado. El PAN le dio una victoria al futuro y a la modernización. La izquierda, huérfana de su Tata Lázaro, ¿por qué no propone expropiar los medios de producción, reanudar la lucha de clases y colectivizar los esfuerzos laborales? Hay conceptos políticos repugnantes, y difuntos que apestan”.
Lázaro Cárdenas no apesta en la historia del país, pero Martínez Cázares tiene todo el derecho a decirlo y López Obrador en hacerlo su candidato.
Pues ya tenemos a Germán arriba del trapecio, con el alacrán en la espalda. Suerte al momento del aguijonazo.
Suerte a Germán en su nuevo partido. Y una felicitación a quienes votarán por él.