En tiempos electorales, los análisis van de prisa. La inmediatez para adivinar tal o cual movimiento, el nombramiento de fulana, el arribismo de sutano, la salida de ésta, la llegada de aquél, todo se pasa por el tamiz del análisis que ofrece certezas según el público que lo lea y el analista que lo publique. Así que va el propio sobre el asunto de la candidatura de la señora Clara Brugada a la Jefatura de Gobierno de la CDMX.
Es de todos sabido que Claudia Sheinbaum quería que el candidato a sucederla fuera Omar García Harfuch, quien fungió como responsable de la seguridad pública un buen tramo de su gobierno. El señor Harfuch no tenía planeado en su vida ser candidato a un puesto de elección popular. Eso se nota nada más de oír alguna de las entrevistas que le hicieron en este tiempo. Eran de llorar. Se escuchaba acartonado y nervioso. Pero bueno, traía recursos publicitarios, eso es innegable. De pronto le pusieron Batman, para indicar que es el superhéroe que combate a los malvados que azotan la capital. También se le hizo fama de galán y se le hicieron algunos eventos en los que mujeres le lanzaban gritos y piropos. Una campaña normal, en la que se trataban de destacar las características llamativas del candidato.
Por supuesto hubo quienes se sintieron ofendidos por los intentos de Sheinbaum y corrieron a apoyar a Clara Brugada como candidata opuesta a la fantasía de Ciudad Gótica. En realidad, se trataba de disputarle el poder a Sheinbaum y su equipo, a sus decisiones, a hacerle sentir que no es la única heredera del orate que habita en Palacio. Así las cosas: la competencia se puso ruda. Los señalamientos en contra de Harfuch arreciaron. Quienes encabezaron los ataques contra el policía lo hacían a nombre de la izquierda mexicana, de la salvación de las gestas heroicas “del movimiento”. Se alegaba su formación policiaco-militar y, sobre todo, que era hijo de su papá y nieto de su abuelito. Inadmisible, pues.
Martí Batres estuvo al frente del embate contra Sheinbaum, como se supo por un audio difundido en el que él giraba instrucciones para golpear mediáticamente a Harfuch, ya que, aunque fuera arriba en todas las encuestas el policía, al final Clara iba a ser la candidata por el tema de género. Y así fue: tal y como dice la grabación de Batres, Brugada fue la candidata por cuestiones de género. Claro, el policía les sacó la friolera de catorce puntos, lo que no es poca cosa.
El análisis de botepronto diría que perdió Sheinbaum, que tiene el bastón, pero no el mando, que sus malquerientes pueden más que ella, que no logró poner al único candidato que traía con marca propia, que le ganaron los rudos, que la alarma del Estadio Azul vacío fue un mensaje contundente de cómo se iban a poner las cosas y, entonces, Claudia cedió ante las hordas que reclamaban la cabeza de la izquierda policial en contra de la izquierda auténtica, pura y original.
Le ganaron la candidatura, sí. Pero de ahí a que quede una candidata maltrecha y sin poder está por verse. Los brugadistas están obligados a ganar la CDMX con una candidata que llega débil, que perdió estrepitosamente (catorce puntos es una barbaridad) y que se destaca por un radicalismo que el electorado capitalino rechaza. La elección en la CDMX será competida. El PAN tomó una muy buena decisión nombrando a Taboada su candidato hace un par de días. La elección no será un paseo para el morenismo. Sheinbaum puede hacerse a un lado y dejar que compitan a sus modos. Total, si gana, punto para ella, que dejó a Clara, y, si pierde, se habrá desecho de una runfla de inútiles que nada más quieren estorbarle y disputarle el poder. No está mal.