¿Qué tanto se puede esconder un personaje público? Muy poco, y mientras más público y famoso más relevante para el público lo que suceda con el personaje, tanto sobre su vida como la de sus cercanos. En el caso de personajes políticos la transparencia de su patrimonio es básicamente una exigencia de la vida democrática. Pero esa exigencia no se agota en el mero personaje, sino que alcanza a sus familiares. Si se trata de menores de edad, los propios medios de comunicación obedecen leyes escritas o supuestas de no meterse en la privacidad de los niños. Sin embargo, en el caso de los hijos adultos de un presidente se entiende que los ciudadanos vigilantes y los medios acuciosos y siempre propensos al chisme lanzan miradas críticas sobre la familia, su quehacer público, sus dichos, sus negocios y su manera de conducirse como familia del poderoso.
En Estados Unidos, uno de los hijos del presidente Joe Biden es todo un caso. A pesar de que supera los 50 años de edad, Hunter Biden sigue siendo un dolor de cabeza para su padre el presidente. Hacer unos meses le fincaron cargos por nueve delitos fiscales. Su vida frívola y disipada ha sido un constante escándalo por sus extravagancias, además de su adicción al crack. No contento con eso hay una sospecha extendida de millonarios negocios de los que se habría beneficiado ilegalmente. En otro lado, Colombia, uno de los hermanos del presidente Gustavo Petro pasa de un escándalo a otro, y enojado con su hermano un día decidió divulgar que el presidente padecía Asperger. También uno de los hijos del presidente colombiano enfrenta cargos por enriquecimiento ilícito y lavado de dinero; el propio hijo admitió que a la campaña de su padre entró dinero ilegal.
El asunto de Kate Middelton en Inglaterra es una muestra de que esconderse y tratar de ocultar información no es una buena idea, aunque se viva en un castillo. Por supuesto que los rumores alrededor de la princesa inglesa y su ausencia de la vida pública eran muy dañinos para su imagen. Hablamos aquí de un escándalo de dimensiones internacionales. La falta de información terminó por trastocar su imagen pública. Solamente el anuncio dado por ella misma –en algo parecido a una “prueba de vida”–, por medio de un video en el que anunciaba que padecía cáncer y que en breve iniciaría una quimioterapia preventiva, pudo detener los rumores, que se tornaron inmediatamente en solidaridad.
Como se ve, resulta difícil esconderse del ojo público, por más poderoso que sea el personaje –sobre todo si se vive en una sociedad democrática–. En México, aunque el poder del Presidente es enorme y su modo de conducirse le facilita esconder información que debiera ser pública, lo cierto es que desde hace unos meses informaciones concretas y rumores se han extendido sobre turbios negocios que han llevado a cabo los hijos del Presidente con un grupo de amigos. La información que circula habla de montos millonarios salidos de dependencias públicas para favorecer a los incondicionales de los hijos del mandatario. Por supuesto que los hijos no tienen cargo público alguno, pero tampoco son conocidos por desempeñarse en algún ámbito de trabajo de la iniciativa privada. Dos de los hijos rondan los 40 años y uno la treintena. Es lógico que la mirada pública busque a los vástagos para saber de qué viven y es lógico que se le dé seguimiento al dinero público. Protegidos por el manto paterno, el escándalo nada más parece rodearlos, pero no tardará en rebelarse en su dimensión. Siempre habrá alguien con información dispuesto a darla a la luz, ya sea por interés político, personal o pura venganza. No hay manera de escapar de la mirada pública. Tarde o temprano alcanza su objetivo.