Hay personas a las que las crisis las hacen crecer, les sacan lo mejor. En política, las crisis o proyectan o hunden a quien les toca sortearlas. Independientemente de lo que digan los manuales sobre cómo actuar en determinada circunstancia, los gobernantes también responden a su propio carácter. En crisis hay quienes se esconden, quienes se envalentonan, quienes encuentran la forma de darle la vuelta, quienes las saben enfrentar, quienes las saben explicar y quienes se enredan en el propio problema.
Me parece que si alguien ha sabido estar a la altura de la crisis de la pandemia es la gobernante de la CDMX, Claudia Sheinbaum. Usa tapabocas, predica con el ejemplo, comunica con claridad, no duda en tomar decisiones propias y, sin necesidad de escándalo, ha sabido tomar distancia del gobierno federal en ese tema.
Quienes habitamos esta Ciudad hemos visto cómo la jefa de Gobierno ha tomado en sus manos la responsabilidad del manejo de la pandemia. No se fue a refugiar a la popularidad del Presidente como lo hizo al inicio de su gobierno. Muy al contrario, prefirió construir la propia pagando el costo que fuera necesario.
A la irresponsabilidad y frivolidad con que se ha conducido López-Gatell, Sheinbaum ha mostrado la otra cara de la actividad pública: la seriedad y la responsabilidad. En una situación en la que el miedo es parte de la incertidumbre, la actitud de la gobernante capitalina brinda certeza y tranquilidad a sus gobernados.
Al frente de la seguridad pública puso a un policía destacado que ha combatido frontalmente al crimen organizado. Mientras en el gobierno federal pusieron a un inútil que no puede siquiera dar la cara con prontitud y la estrategia se ha desvanecido en medio de la palabrería presidencial. El resultado está a la vista desgraciadamente: el atentado sufrido por Omar García Harfuch es una respuesta violenta a su trabajo.
En este tema hay que destacar nuevamente el papel de Sheinbaum frente al atentado que tuvo víctimas mortales. Muy temprano salió a anunciar lo sucedido. Nos enteramos por ella que dio información precisa y puntual sobre lo ocurrido. Firme y serena subrayó el trabajo de su subordinado y anunció que seguirá con su política de enfrentar al crimen organizado.
Era una situación muy difícil de manejar y que con mucha facilidad se podía salir de control –basta recordar el desorden que fue el manejo del “culiacanazo”–, pero ella supo entender la relevancia de ser ella quien hiciera el anuncio, y de hacerlo antes de que los rumores le ganaran a la información.
Lo mismo pasó con el temblor. Se trasladó a un centro de mando en el que anunció que estaba al pendiente de los daños que pudieron causarse y mostraba a su equipo trabajando rodeados de pantallas y computadoras mientras que cerca de ahí el Presidente se hacía bolas con un teléfono y anotaba 911 en un papelito. Así la diferencia.
No resulta extraño que sean las mujeres quienes estén dando muestra de templanza, empatía y responsabilidad al frente de gobiernos.
Es el caso de Claudia Sheinbaum en estos últimos meses en los que ha crecido como figura pública. Más allá de diferencias ideológicas me parece que la jefa de Gobierno ha mostrado en los hechos su voluntad de gobernar para todos y ha marcado un estilo personal. Y en materia de estilos Claudia sí, AMLO no.