Aunque al momento de escribirse el presente texto todavía no es oficial, todo parece indicar que la senadora Beatriz Paredes se bajará de la contienda por la candidatu – er… coordinación de los trabajos del Frente Amplio, dejando como triunfadora a su compañera, Xóchitl Gálvez. Más allá de las expectativas que se hayan hecho sobre un ejercicio ciudadano, sea lo que signifique, los partidos están actuando a partir de una lógica meramente cupular. Pero bueno, en política no hay sorpresas: solo gente sorprendida.
¿Se rebelará la senadora Paredes? El priísmo tradicional fue educado a ser disciplinado, y ella pertenece a esas generaciones. Además, aún cuando dudo que la senadora Gálvez llegue a tener un techo de crecimiento alto, su compañera tricolor lo tiene aún más bajo. Vamos, pensaba que la estrategia de competir hasta el final buscaba aumentar los costos de negociación del PRI para las demás candidaturas que se definirán de aquí a diciembre.
Sin embargo, el desaseo del Frente Amplio de no respetar ni sus propias reglas es un error. Coincido con quienes han comentado que la votación le hubiera dado mayor legitimidad al proceso, aún cuando se tratase de poco más de dos millones de votos. Mi preocupación es la señal que están enviando a las militancias de los partidos respecto al futuro reparto de votaciones.
De aquí a diciembre tendrán lugar negociaciones arduas sobre los 628 espacios al Congreso de la Unión, gubernaturas, legislaturas locales y municipios o ayuntamientos. Hablamos de miles de espacios. En algunos casos, habrá candidaturas que competirán por permanecer, gracias a la posibilidad de reelección inmediata. Bajo este entendido el Frente Amplio tendrá un proceso más accidentado que Morena, quien negocia como socio mayor ante el PT y PVEM.
Es decir, los golpes de mesa serán más intenso entre un PRI y un PAN que más o menos van parejos, en una alianza que carece de ejes articuladores, identidad, discurso o cualquier otro elemento que los distinga del gobierno más allá del antipejismo. Si no tienen un acuerdo básico para privilegiar liderazgos con arraigo gracias a la permanencia en distritos o municipios y optan por rotar personas, quienes queden fuera pueden optar por salirse y competir por MC o incluso hasta Morena.
Si entendemos que la llamada sociedad civil organizada son grupos de viejos políticos y empresarios que buscan incursionar en lo público, el debate sobre inclusión ciudadana suena hueco, como si la clase política fuera extraterrestre y se tratase de ostentar pureza moral. Sin embargo, hay otro tema vinculado: ¿qué van a hacer con las nuevas generaciones? Y no es que piense que los millennials y centennials sean mejores que los boomers o la generación x, sino que tienen otra capacidad de entender lo que ha sucedido en el país de 2018 a hoy, además de tener capacidades comunicativas que no tenemos en las viejas guardias. Otra vez, si las dirigencias partidistas optan por colocar a hijos de liderazgos en sus cuotas juveniles, el riesgo de traiciones se incrementa.
El problema en el caso de optar por personas con arraigo y juventudes preparadas es que los partidos van a perder capacidad para controlar candidaturas – algo que dirigencias cuyo mayor mérito es ese y controlar los recursos que reciben del financiamiento público difícilmente están dispuestos a ceder. Quizás hasta están dispuestas a morir en la raya que renovarse, bajo este entendido.
Beatriz como sea, ¿cómo van a negociar en el Frente Amplio, para elegir a las candidaturas más competitivas, evitando actuar como han venido haciendo?