Hay un cambio en la narrativa del presidente de la República que también implica un cambio en la estrategia de Morena respecto a la clase media.
Tras una semana de estar vapuleándola por votar por los “conservadores” y “dejarse manipular” por lo que él considera ‘guerra sucia’, en la mañanera de ayer, señaló que Morena sí quiere una clase media.
Dijo el presidente lo siguiente:
“Sí, queremos una clase media, desde luego queremos sacar de la pobreza a millones de mexicanos para constituir una nueva clase media, más humana, más fraterna, más solidaria, eso es lo que buscamos, sacar de la pobreza a los mexicanos, que mejoren en sus condiciones de vida de trabajo, pero que también no dejen de voltear a ver a los desposeídos, necesitados, a los marginados, que no se le dé la espalda al que sufre”.
No queda claro bien a bien qué es lo que el presidente entiende por ‘nueva clase media’.
A su juicio, el cambio principal respecto a la clase media de hoy es un cambio de actitudes.
Él considera que la clase media del presente es “aspiracionista” y lo que él quiere es que sea solidaria.
Creo que lo que él quiere decir es que será solidaria y fraterna una clase media… que vote por los candidatos de Morena. La que no lo haga, no cabrá en esa clasificación.
Más allá de consideraciones subjetivas y buenos deseos, hay hechos y datos objetivos que explican el por qué este sector abandonó a Morena.
El Consejo Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval) clasifica en cinco estratos (quintiles) a la población ocupada en México.
Si consideramos que el tercer y cuarto estratos corresponden aproximadamente a los niveles de ingreso medio en México, observamos que el resultado de los últimos doce meses no les fue favorable.
El tercer quintil vio reducido su ingreso laboral real en 8.1 por ciento entre el primer trimestre de 2020 y el mismo periodo de 2021.
En el cuarto quintil, la reducción fue de 5.8 por ciento.
Otra medición de referencia es lo que pasó con la masa salarial real en el ámbito urbano. En el mismo periodo tuvo una caída de 4.8 por ciento en términos reales.
En el ámbito rural, donde se ubica menos clase media, hubo un crecimiento de 2.2 por ciento.
Si nos atenemos a hechos específicos encontramos una de las razones de un voto que no favoreció a Morena en estos segmentos: la crisis económica que atravesamos condujo a que muchos perdieran sus trabajos y sus ingresos, y a diferencia de la población más pobre muchos no reciben apoyos por programas sociales.
En realidad, la estrategia de Morena para recuperar a la clase media no está ni en el propio partido ni tampoco en la Secretaría del Bienestar o en los programas sociales.
La responsabilidad de recuperarla está en las secretarías de Hacienda y de Economía.
Si la estrategia económica de la segunda mitad de esta administración conduce a que la inversión crezca y a que con ella, lo hagan el empleo y los ingresos, es probable que al menos una parte de los que hoy votaron contra Morena puedan cambiar el sentido de su voto.
Obviamente no es algo tan automático. Pero un ambiente económico más favorable puede permitir que la clase media vea con mejores ojos a esta administración.
No le será fácil a Morena darle la vuelta a la percepción que se hizo manifiesta en las urnas de las grandes ciudades del país, en las cuales tuvo menos votos que los de los candidatos opositores.
Veremos si más allá del cambio de la narrativa presidencial hay, en los hechos, algo que conduzca a que la clase media vea con otros ojos al gobierno actual.
De lo contrario, la separación se convertirá en divorcio.