Prometer no empobrece. Eso lo sabemos todos.
Prometer puede servir para quedar bien, a quien se hace la promesa y a quien la recibe.
Las promesas y ofertas, sin embargo, no son compromisos exigibles.
Se trata solo de palabras, hojas de cálculo, maquetas y hasta proyectos bien articulados.
Refiero lo anterior por las cifras que mes con mes son compiladas y difundidas por la Secretaría de Economía, en las que aparecen los anuncios de inversión de muy diversas empresas.
El dato más reciente, publicado el lunes pasado, indica que, en los primeros siete meses de este año, los anuncios de inversiones fueron 166 e implican 48 mil 35 millones de dólares.
Esto quiere decir que en promedio los proyectos anunciados alcanzaron un promedio de 6 mil 862 millones de dólares cada mes y un monto de 289 millones de dólares por cada proyecto anunciado.
Hasta este momento del año, solo tenemos información relativa a la inversión extranjera directa realizada en el primer trimestre del año.
Las cifras del Banco de México indican que en ese lapso (tres meses) el monto registrado es de 20 mil 312 millones de dólares, la gran mayoría de reinversiones de empresas ya establecidas en México.
Pudiera parecer entonces que no hay discrepancia respecto a los anuncios de inversión efectuados y los realizados según los montos… pero lamentablemente no es así.
En el primer trimestre, por razones de procedimientos de registro, usualmente tiene un nivel atípicamente alto que baja considerablemente en los siguientes.
Por ejemplo, en el año 2023, el 64 por ciento de la inversión de todo el año se registró en los primeros tres meses, y el restante 36 por ciento en los últimos 9 meses; en 2022, el porcentaje del primer trimestre fue de 63 por ciento; en 2021, de 49 por ciento; por citar solo los años más recientes.
Si ese patrón de registro se mantiene, las cifras del primer trimestre de este año anticipan algo así como 34 a 36 mil millones de dólares de inversión extranjera directa para 2024.
Pero, entonces, ¿qué pasa con los proyectos que son anunciados por las empresas?
En algunas ocasiones se posponen, o su ejecución requiere de un periodo de varios años, a veces muchos.
El caso más ilustrativo de esta circunstancia es el de Tesla.
En los primeros informes de inversiones anunciadas estaba anotado el proyecto de la construcción de la planta de esta empresa en Santa Catarina, Nuevo León, con una inversión total prevista de 10 mil millones de dólares.
Pues las condiciones cambiaron y esa inversión ‘se pausó’… por tiempo indefinido.
Pero, incluso, los anuncios de inversión bajaron sensiblemente en julio.
El promedio de los primeros seis meses del año era de 7 mil 577 millones anunciados cada mes. En julio fue de 2 mil 571, es decir, 66 por ciento menos que la primera mitad del año.
Es natural que, con el resultado electoral del 2 de junio y ante la posibilidad de que se presenten reformas importantes a la Constitución, diversas empresas hayan tomado la decisión de poner en pausa sus proyectos, dado que el entorno institucional y legal para la realización puede cambiar.
No quiere decir que se hayan cancelado múltiples factores que hacen atractivo a México para invertir como la cercanía a EU, la vigencia del TMEC, el tamaño de su mercado, su perfil demográfico, la estabilidad, entre otras cosas.
Pero la valoración de una inversión será diferente en función del entorno, y como aún no existen datos suficientes de éste, es razonable que las empresas decidan esa pausa, que inevitablemente va a incidir negativamente en los resultados del crecimiento económico de este año.
A la actual administración le queda un mes y medio.
La tarea de crear condiciones de certidumbre tales que permitan terminar con esa pausa será fundamentalmente para la nueva administración.
Ojalá las autoridades entiendan que tendrán la responsabilidad de que el crecimiento se reactive o de que entremos en una recesión.
No creo que haya margen para medias tintas. Es una u otra opción.
Ya se lo comentaré en un próximo artículo.