Una de las lecciones más importantes que se pueden derivar del rechazo a la reforma constitucional en materia eléctrica planteada por el presidente López Obrador es que el balance de las fuerzas políticas en México cambia de manera radical cuando la oposición actúa como un frente.
Imagine por un momento que en esta discusión hubieran prevalecido las diferencias entre las fuerzas políticas minoritarias en la Cámara de Diputados y que, por ejemplo, Movimiento Ciudadano o el PRI, no se hubieran querido unir al Partido Acción Nacional o al PRD para rechazar la reforma propuesta.
En ese caso, la historia hubiera sido otra y quizás Morena y sus aliados hubieran sumado votos de otras fuerzas políticas para alcanzar la mayoría constitucional.
Eso ocurrió también en el caso de la consulta por la revocación de mandato.
Si hubiera existido una división entre los opositores y algunos hubieran promovido participar y pedir la revocación mientras que otros hubieran planteado no participar, quizás la historia también hubiera sido diferente.
La estrategia de los partidos opositores fue el rechazo generalizado a la participación. Y, el resultado de ello, fue que solo acudió a las urnas el 18 por ciento del total del padrón, con 15.2 millones de votos a favor de AMLO, lo que contrasta fuertemente con los 20.9 millones que obtuvieron Morena y sus aliados en las elecciones federales del 2021 y más aún con los 30.1 millones con los que ganó AMLO en 2018.
Las lecciones para los diferentes actores políticos en México van en sentidos semejantes.
Si la oposición logra que para el año 2024 exista un solo candidato o candidata presidencial para contender contra Morena, las posibilidades de una competencia intensa y eventualmente de una alternancia en el Poder Ejecutivo podrían crecer de manera relevante.
Si, por el contrario, prevalecen las diferencias y, por ejemplo, Movimiento Ciudadano postula a un candidato, y el PRI a otro y el PAN a uno más, le pondrán la mesa a Morena para conseguir el triunfo en las próximas elecciones presidenciales.
Pero hay otro escenario que tampoco debe ser puesto de lado: la propia sucesión en Morena.
En caso de que el candidato o candidata que AMLO defina no logre mantener la unidad y haya fracturas del partido, el riesgo para Morena crece, máxime si la oposición va unida.
Aún falta mucho camino y se van a presentar múltiples contiendas políticas antes de llegar a la “madre de todas las batallas”, la de 2024.
No obstante, se están perfilando con claridad cuáles son las posibles estrategias y cuáles los escenarios probables.
Como aquí le he comentado insistentemente desde hace ya muchos meses, la clave para conseguir que la oposición se una, es que exista una o varias personas que tengan capacidad de obtener el respaldo de todos los partidos. Es decir, que sean aceptables tanto para el PRI, para el PAN, para el PRD y Movimiento Ciudadano.
Pero, por ahora quienes han levantado la mano y manifestado su interés en contender, difícilmente van a contar con ese respaldo generalizado.
Y es probable que otros u otras que eventualmente sí pudieran despertar un apoyo amplio, prefieran no hacerlo por lo pronto para no exponerse a ataques por parte del aparato público.
Estas circunstancias pueden ser favorables para Morena.
Pero también hay que tomar en cuenta que si en las elecciones de junio, los resultados no reúnen las expectativas de los morenistas y de AMLO, van a sonar todas las alarmas para el régimen pues el camino al fracaso sería el más probable.
¿Cómo va a reaccionar AMLO ante este escenario?
Es un tema que necesita otras reflexiones.