No es ninguna sorpresa que México haya tenido un retroceso muy significativo en la Prueba PISA aplicada por la OCDE.
Lo que hubiera sido muy sorpresivo es que el nivel educativo no hubiera caído.
Para niños y adolescentes, la pandemia significó una tragedia no solo por sus implicaciones en materia de salud o en la economía, sino por el enorme retroceso que ocasionó en materia educativa.
A esa tragedia se sumó una visión de la educación que, desde el comienzo de la actual administración, desestimó la relevancia de la evaluación de los docentes y diseñó algo que puede caracterizarse como una ‘visión Concacaf’ de la educación.
Para ponerlo en pocas y sencillas palabras, esto implica que no se pretende comparar el nivel educativo de nuestro país con el de otras naciones porque, se dice, tienen un contexto socioeconómico diferente.
Le explico por qué es una ‘visión Concacaf’.
En el futbol, el hecho de que se hagan agrupaciones regionales de los países ha conducido a que México compita con equipos de muy bajo nivel futbolístico, como los de Centroamérica o el Caribe.
Gracias a ello, es usual que clasifique con más frecuencia a las Copas del Mundo que selecciones nacionales que tienen un evidente mejor nivel, pero que compiten con países con mayor calidad futbolística.
En los tiempos del llamado “neoliberalismo”, en mayo de 1994, México se unió a la OCDE, para poder ‘competir’ en materia económica, educativa, de salud y otros ámbitos, con los mejores del mundo y no solo con la ‘Concacaf’.
A partir del año 2000, esta institución empezó a aplicar la prueba PISA que mide competencias en habilidad lectora, ciencias y matemáticas, en jóvenes de 15 años.
Esta semana se dieron a conocer los datos del 2022 y se mostró una baja generalizada entre los países en los que se aplica esta prueba, México incluido.
En lugar de reconocer el retroceso, la respuesta de la SEP fue justificarlo y además argumentar que las evaluaciones no pueden estandarizarse, sino que tienen que considerar las condiciones socioeconómicas de la población.
El presidente López Obrador, en la conferencia mañanera del día de ayer fue más allá y desacreditó por entero la Prueba PISA porque supuestamente es neoliberal.
No debiera sorprendernos esta posición del presidente de la República cuando la directora de la entidad que presuntamente promueve la investigación científica, el ahora Conahcyt, usó el término ‘ciencia neoliberal’ para desacreditar investigaciones basadas en conocimiento científico reconocido internacionalmente.
No dejo de preguntarme qué pensarán los múltiples inversionistas que están estudiando instalarse en México al observar la visión de este gobierno frente a las deficiencias de la educación.
Existe un corto circuito entre la aspiración de que empresas que están en la vanguardia tecnológica se instalen en nuestro país y el rechazo a tener criterios educativos que permitan que los estudiantes mexicanos compitan con los de cualquier otro lugar del mundo.
Lamentablemente, esta visión conduce a mayor desigualdad, pues diversas instituciones educativas privadas sí mantienen la visión de preparar a los estudiantes para desarrollar competencias y habilidades que la educación pública desestima.
En estas circunstancias, las mejores oportunidades laborales en el futuro les van a corresponder a quienes hoy tienen recursos para pagar la educación privada.
Una de las grandes interrogantes que existen es si la doctora en ingeniería de la energía, por parte de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y con estancia de investigación en el Lawrence Berkeley National Laboratory, en California, que hoy es precandidata presidencial de Morena, seguiría los mismos criterios en materia de educación que López Obrador, aunque hagan corto circuito con su formación.
Por lo pronto, seguiremos instalados en la ‘Concacaf educativa’.