Ante las revisiones solicitadas por Estados Unidos y Canadá por posibles violaciones de México al tratado comercial, T-MEC, en materia de energía, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha dejado claro que movilizará el apoyo popular en el país, con base en un discurso nacionalista, poniendo énfasis en la soberanía nacional.
Una buena parte de la opinión pública mexicana ya nos ha expresado por la vía de las encuestas su apoyo a la postura del Presidente. De acuerdo con el sondeo nacional de El Financiero, realizado en julio y publicado el pasado 2 de agosto, 49 por ciento de las personas entrevistadas manifestó que el gobierno debe defender la soberanía energética del país, aun si eso genera sanciones comerciales en el marco del tratado. En contraste, 39 por ciento expresó su preferencia para que el gobierno se apegue al tratado comercial y atraiga inversiones al país.
La opinión pública está dividida en este asunto, pero con una pluralidad a favor de defender la soberanía nacional, aun si hay sanciones económicas. Con el mes patrio a sólo unas semanas, y con los ánimos nacionalistas que suelen fortalecerse en esos días de septiembre, López Obrador tendrá condiciones favorables para nutrir su postura de defensa a la soberanía energética, así que ya veremos qué tanto cambia el sentir ciudadano acerca de este tema para entonces.
Por lo pronto, permítame ofrecer un análisis de las respuestas de la encuesta que expuse arriba. Según el sondeo, apegarse al tratado y atraer inversiones es una postura que encuentra más apoyo entre la clase media y, particularmente, entre el segmento de mayor escolaridad. En contraste, la postura a favor de defender la soberanía energética, aun si hubiese sanciones comerciales, tiene más apoyo entre segmentos menos escolarizados y de mayor edad.
Además de eso, esas dos posturas se conectan con las orientaciones partidarias de una manera esperada, con los morenistas mayoritariamente a favor de defender la soberanía energética y los oposicionistas más a favor de apegarse al T-MEC. Por otra parte, los apartidistas dividen opiniones y no tienen un punto de vista mayoritario, aunque están ligeramente más hacia el lado de apegarse al tratado comercial.
Las orientaciones ideológicas también muestran una relación esperada, aunque modesta, en este caso. Las personas entrevistadas que se ubican a la izquierda y centro-izquierda de la escala ideológica tienden a estar más a favor de defender la soberanía energética, mientras que las personas con posturas de derecha y centro-derecha se expresan más a favor de apegarse al tratado y atraer inversiones.
Lo que sí tiene un mayor impacto que la ideología de izquierda y derecha es la postura hacia la cuarta transformación: quienes están a favor de la 4T se inclinan más hacia el lado de defender la soberanía energética, aun a costa de enfrentar sanciones comerciales, y quienes están en contra de la 4T están más a favor de que el gobierno se apegue al tratado, y con ello busque atraer inversiones. Sin sorpresas, la opinión pública mexicana está dividida en el tema del T-MEC, de acuerdo con líneas partidarias.
Pero, como he mencionado aquí en otras ocasiones, en estos tiempos la postura hacia la 4T es un factor más diferenciador de las opiniones (y del voto) que las identidades de izquierda y derecha. Mientras que éstas últimas producen diferencias de opinión de entre 6 y 7 puntos porcentuales, la postura hacia la 4T genera diferencias de opinión entre 21 y 22 puntos.
Los cambios que podrían darse en la distribución de opiniones observadas en julio (esa división 39%-49%) son probables de observarse entre los neutrales hacia la 4T, así como entre los apartidistas. Ninguno de esos dos segmentos de la población expresó una opinión mayoritaria en el tema, sino que dividen opiniones.
Veremos si en las siguientes semanas se definen un poco más, una vez que el Presidente retome la retórica de la soberanía, y una vez que inicien las revisiones y, acaso, la posibilidad de sanciones comerciales. Estaremos pendientes.