La concesión del Premio Nobel de la Paz este viernes a la encarcelada activista por los derechos de la mujer Narges Mohammadi supone un revés para el gobierno de Irán, que ayer mismo acusó a Occidente de hipocresía por mostrar “una insincera preocupación por las iraníes”.
El anuncio del prestigioso galardón se produce en medio de una nueva polémica en el país persa por la hospitalización en coma de una joven tras sufrir un supuesto altercado con las autoridades del metro de Teherán por no llevar el velo.
El Comité Nobel noruego anunció este viernes la concesión del prestigioso galardón a Mohammadi “por su lucha contra la opresión de las mujeres en Irán y su lucha para promover los derechos humanos y la libertad para todos”.
El Nobel vinculó además el activismo de Mohammadi con las protestas desatadas el año pasado tras la muerte bajo custodia policial de la joven Mahsa Amini, tras ser detenida por no llevar bien puesto el velo islámico.
“El lema adoptado por los manifestantes -”Mujer, vida, libertad”- expresa de manera acertada la dedicación y el trabajo de Narges Mohammadi”, indicó el comité noruego.
El gobierno de Irán guarda silencio por el momento ante la concesión del premio a una mujer que mantiene desde hace años entre rejas por su lucha contra la pena de muerte, el aborto o el velo obligatorio.
Su activismo le ha costado a Mohammadi 13 detenciones y cinco condenas por un total de 31 años de prisión y 154 latigazos. No ha visto crecer a sus dos hijos, que viven en París, y ha pasado largas temporadas en confinamiento solitario.
La periodista y activista cumple en estos momentos una pena de prisión de 10 años por “la difusión de propaganda contra el estado”.
Un día antes del anuncio del Nobel, las autoridades iraníes acusaron a países occidentales de mostrar una falsa preocupación por las mujeres iraníes a raíz del incidente de la joven del metro.
“En lugar de hacer comentarios intervencionistas y parciales, y expresar una insincera preocupación por las mujeres y niñas iraníes, deberíais preocuparos por el personal médico y los pacientes de Estados Unidos, Alemania y Reino Unido”, dijo el portavoz del Ministerio de Exteriores iraní, Naser Kananí.
Kananí respondía así a las críticas internacionales por la hospitalización desde el domingo de Armita Garavand tras sufrir un supuesto altercado con las autoridades del metro de la capital por no llevar el velo.
Garavand, de 16 años, se desmayó en uno de los vagones del metro de Teherán, donde se encontraba con dos amigas, todas ellas sin velo, según vídeos difundidos por medios estatales, que no han mostrado imágenes de lo que ocurre dentro del vagón.
La joven se encuentra ingresada en coma en el Hospital Fajr, perteneciente a las Fuerzas Aéreas, desde entonces.
El caso de Garavand guarda paralelismos con la muerte de Amini hace poco más de un año, que provocó fuertes protestas que solo se apagaron tras una fuerte represión que causó 500 muertos.