Porque lo poco que se había ganado en la relación Cuba-EU se puede ir por un tubo con la presidencia de Trump
El futuro de las relaciones diplomáticas entre Estados Unidos y Cuba quedó bajo un manto de dudas después de que Donald Trump, presidente electo de Estados Unidos, amenazara con poner fin al acercamiento entre ambos países.
El presidente electo, dijo que el acuerdo se mantendría, siempre y cuando La Habana haga concesiones en temas de derechos humanos y la apertura de su economía.
"Si Cuba no está dispuesta a alcanzar un mejor acuerdo para el pueblo cubano, con los cubano-estadounidenses y Estados Unidos como un todo, pondré fin al acuerdo", escribió Trump en su cuenta de Twitter.
En 2014, los dos países, separados por medio siglo de enfrentamiento y desconfianza, iniciaron una histórica aproximación, aunque la llegada de Trump a la Casa Blanca coloca todo el proceso en la incertidumbre.
Por ejemplo, el 26 de noviembre, Trump dijo en un comunicado que su administración "hará todo lo posible" para garantizar la "prosperidad y libertad" de los cubanos, pero sin adelantar detalles de cómo conseguirá esos objetivos.
Los mensajes del magnate republicano llegan días después de que uno de sus principales asesores prometiera buscar un "mejor acuerdo" con el gobierno cubano.
"Tenemos que tener un mejor acuerdo", dijo el jefe de gabinete, Reince Priebus al canal Fox este 27 de noviembre.
Priebus dijo que la administración de Barack Obama hizo muchas concesiones con La Habana, por lo que era necesario modificar el acuerdo; sin embargo, no explicó cómo lo haría.
Uno de los puntos que más reprochan es la flexibilización del embargo comercial a Cuba, vigente desde 1962, sin que La Habana realizara suficientes concesiones en temas de derechos humanos, democracia y avance hacia un comercio liberado.
Parte de ese esfuerzo para "normalizar" las relaciones bilaterales es el compromiso estadounidense de iniciar en algún momento el desmonte del embargo económico y comercial a Cuba, iniciado en 1962 y convertido en ley en 1992.
En los últimos dos años el presidente Barack Obama había flexibilizado por decreto normas administrativas relativas al embargo, y esas medidas podrían ser revisadas por el futuro gobierno.
Kellyanne Conway -quien fue la jefa de la exitosa campaña electoral de Trump- dijo que el presidente electo consideraba que ese proceso de aproximación se había iniciado sin concesiones por parte de Cuba.
"Su crítica a lo que ha ocurrido en los últimos dos años es simple, es que no conseguimos nada a cambio" del restablecimiento de las relaciones diplomáticas, dijo Conway.
POSTURA DE LEGISLADORES
Dos senadores republicanos y ex candidatos presidenciales que ahora apoyan a Trump, Marco Rubio y Ted Cruz (ambos hijos de cubanos), también se manifestaron a favor de que la Casa Blanca pise freno en la relación con Cuba.
Rubio, quien en la contienda interna republicana tuvo roces con Trump, expresó que el mandatario electo "ha dejado claro que él siente que los pasos del presidente Obama hacia Cuba fueron equivocados".
A su vez, Cruz se pronunció en favor de mantener el criticado bloqueo económico y comercial a Cuba, medida que a la luz de la aproximación iniciada entre Washington y La Habana debería ser eliminada por el Congreso estadounidense. "La presión económica estaba teniendo efecto real", dijo Cruz.
INCERTIDUMBRE
Mavis Anderson, experta del centro de análisis Latin America Working Group (LAWG), de Washington, dijo que Trump solamente podría actuar sobre los decretos firmados por Obama en los últimos dos años, pero aún así enfrentará dura resistencia.
"Empresas aéreas han comenzado a volar a Cuba, después de invertir millones. ¿Trump les dirá que ya no pueden hacerlo? Hay regiones agrícolas de Estados Unidos que tienen acuerdos con Cuba. ¿Qué ocurrirá con ellos?", dijo Anderson a AFP.
"Francamente, no logro ver de qué forma Trump puede revertir ese proceso. Todo el continente reaccionó positivamente cuando Cuba y Estados Unidos retomaron contacto, y no se puede arrojar eso a un costado", comentó.
Para Geoff Thale, del grupo de análisis Washington Office on Latin America (WOLA), "aún no está claro si la administración de Trump tendrá un abordaje pragmático sobre la relación con Cuba".
No obstante, añadió que con la desaparición física de Fidel Castro ya no existe una figura de pesos que justifique dichas medidas.
"Un retroceso en el proceso de normalización significará que Estados Unidos se aislará nuevamente mientras Cuba se sigue moviendo hacia una reforma política y económica", apuntó Thale.
A su vez, Jason Marczak, del Atlantic Council coincidió en que "la muerte de Fidel remueve la principal queja de los que se oponen a la actual política" de la Casa Blanca.
"El cambio está llegando para quedarse en Cuba. Estados Unidos puede ser parte de ello o sentarse a un costado por los próximos cuatro años", señaló Marczak.