Porque la vida y el turismo en la Quinta Avenida puede cambiar drásticamente
El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, está discutiendo con sus asesores cuántas noches a la semana pasará en la Casa Blanca, la residencia oficial estadounidense en Washington D.C., y cuántas en la Trump Tower, su residencia en la Quinta Avenida Nueva York, de acuerdo con el New York Times.
Se espera que la futura primera dama, Melania Trump, se mude a Washington, pero el hijo de ambos de 10 años, Barron, se encuentra justo a la mitad del año escolar, en Nueva York.
Donald Trump ha vivido en la Trump Tower desde hace tres décadas. Su apartamento, de tres pisos, está en el piso 58 y tiene un elevador privado que lo lleva a su oficina, que está en el piso 26.
De acuerdo con el NYT, el magnate valora tanto su departamento que muchas veces durante la campaña voló varias horas por la noche solo para poder despertar en su propia cama.
La decisión que tome Trump sobre cuántos días pasará en Nueva York puede cambiar drásticamente la rutina diaria de los neoyorquinos.
El Departamento de Policía de Nueva York y el Servicio Secreto se encuentran negociando sobre cómo vigilar y asegurar el perímetro alrededor de la Trump Tower, lo que podría incluir cerrar la Quinta Avenida, de acuerdo con el New York Daily News.
El diario señala que el Servicio Secreto plantea la posibilidad de cerrar por completo la Quinta Avenida al tránsito cada vez que Donald Trump esté en la ciudad.
Durante la campaña y en especial después de las elecciones, cientos de manifestantes se han plantado afuera de la Trump Tower. El edificio ya tiene barreras para detener el avance de los manifestantes.
Como otra medida de seguridad para el presidente electro Donald Trump, la Administración Federal de Aviación declaró una prohibición para volar sobre el rascacielos del republicano.
MANDATARIOS QUE NO VIVEN EN LA RESIDENCIA OFICIAL
Donald Trump puede representar el caso atípico de un presidente de Estados Unidos que no habite totalmente en la Casa Blanca, pero a nivel mundial no ha sido el único con una decisión similar.
En Uruguay, dos presidentes han declinado vivir en la Residencia de Suárez y Reyes, la casa oficial de ese país sudamericano.
Entre 2005 y 2010, Tabaré Vázquez fue presidente de Uruguay, pero decidió seguir viviendo en el barrio El Prado y utilizar solo la residencia presidencial para actos oficiales. Su sucesor, José Mujica, que fue llamado el presidente más austero del mundo, tomó la misma decisión y siguió viviendo en su finca rural.
Otro jefe de estado que no vive en la residencia oficial es el papa Francisco. El argentino rechazó vivir en el lujoso apartamento pontificio, que tradicionalmente han habitado los papas desde inicios del siglo XX y optó por vivir en la Casa Santa Marta, una residencia eclesiástica en el Vaticano.