Este 30 de marzo iniciaron las campañas electorales. Durante 90 días, hasta el 27 de junio, partidos y candidatos ocuparán todos los frentes que la ley les permite para convencernos de que son la mejor opción para representarnos en más de 3 mil 400 cargos de elección popular. La idea clásica de las campañas es que se trata de un periodo en el que partidos y candidatos se dedican a persuadir, con diferentes argumentos y estrategias, por qué son la alternativa más indicada para los problemas y retos que enfrenta el país.
La realidad, menos amable, muestra que las campañas más bien se enfocan en destacar los rasgos negativos de los contendientes, sean de fondo o superficiales, y a enaltecer las bondades propias. Esto no debería asustarnos. Aunque aspiren a una representación pública que los obliga a gobernar para todos, partidos y candidatos representan posiciones diversas y en campaña se ven obligados a enfatizar las diferencias de los otros respecto de sí mismos. Los excesos, sin embargo, son frecuentes.
Las campañas suelen caer en dos problemas que amenazan con agotar el entusiasmo democrático: la saturación de información, comúnmente empaquetada en ataques, y la falta de sustancia. El resultado: una ciudadanía que se siente ajena, poco motivada a informarse y a discutir quiénes son las y los candidatos y qué defienden.
Para balancear este entorno de saturación y falta de sustancia, en esta campaña contaremos con varias herramientas y espacios informativos muy útiles. Los debates presidenciales, organizados por el INE, serán fundamentales para conocer las posturas y propuestas de quienes buscan la Presidencia de la República y sus capacidades para enfrentar contextos fuera de su control, ya que no definieron la dinámica y tendrán que prepararse para preguntas que no conocen de antemano. Los debates serán el 22 de abril (Política y gobierno), el 20 de mayo (México en el mundo) y el 12 de junio (Economía y desarrollo). Se transmitirán en cadena nacional y vía Facebook Live, Periscope de Twitter y YouTube .
Para conocer mejor a los candidatos, contaremos con dos plataformas que ya han probado su utilidad en elecciones previas: “Candidatas y candidatos. Conócelos”, del INE, y “Voto informado”, de la UNAM. Ahí podremos saber los antecedentes profesionales y la trayectoria política de las y los candidatos, además de sus posturas y planteamientos en diferentes temas y políticas.
Desde la elección intermedia de 2015, Transparencia Mexicana y el Instituto Mexicano para la Competitividad impulsaron la iniciativa “3de3”, donde era posible conocer las declaraciones de impuestos, patrimonial y de intereses de las y los candidatos que aceptaran hacerlas públicas, dando así la señal de su compromiso público a favor de la transparencia y la rendición de cuentas. La iniciativa ha sido exitosa y TM e IMCO han anunciado que continuarán con ella en esta campaña.
Entre las herramientas de información con que contarán los ciudadanos están también los resultados que el INE ofrecerá con regularidad sobre la fiscalización de los ingresos y gastos de los partidos. Estos informes, como pocos instrumentos al alcance de la ciudadanía, irán mostrando el compromiso concreto de partidos y candidatos con la rendición de cuentas.
Finalmente, las universidades, organizaciones ciudadanas y medios de comunicación también estarán organizando sus propios debates y foros de discusión, para conocer plataformas electorales, propuestas políticas y visiones de país.
Estudios académicos indican que las campañas no modifican realmente las preferencias de los electores, sólo activan la predisposición que ya tenían. Así, parecería que las campañas son de poca utilidad como instrumento de persuasión. Pero incluso si así fuera, las campañas siguen siendo relevantes porque involucran a la ciudadanía en una amplia conversación pública. De cada ciudadana y ciudadano depende que sea una conversación informada, que no se limite a los spots, ni a textos de sólo 280 caracteres. Los instrumentos para conocer a las y los candidatos existen, de la ciudadanía depende informar su voto y actuar en consecuencia