La fe por la Virgen de Guadalupe es en México una llama que no se deja apagar y en cambio, se comparte de generación en generación, e incluso, entre amigos. Cada 12 de diciembre, la Basílica de Guadalupe, el segundo templo católico más visitado del mundo, espera a 10 millones de peregrinos, que se dan cita para celebrar a la 'morenita'.
Fue el 12 de diciembre de 1531, cuando, según el relato del Nican mopohua, escrito con el testimonio de San Juan Diego, la imagen de la Virgen de Guadalupe se estampó en su tilma y, entre rosas, mostró uno de sus primeros milagros: plasmar para siempre su imagen, que hoy es venerada por quienes se dicen, más que creyentes o católicos: guadalupanos.
Y como no hay guadalupano sin milagro y hoy, en Nación321, te llevamos por un recorrido junto a ellos, que en nombre de su fe se olvidan del cansancio y la distancia, para visitar a María en el Cerro del Tepeyac.
Rafael Polanco y Jesús Omar Estrada son enviados con una misión muy especial: llevar hasta Xochistlahuaca, Guerrero, una antorcha encendida, con fuego que debe iniciarse y bendecirse en Basílica de Guadalupe, para después llegar intacta, pese al frío o la lluvia, hasta su comunidad.
Ambos dirigen a un grupo de personas que, en una 'carrera guadalupana', llegan juntos a la Basílica para recibir la bendición y el fuego, que luego deberán llevar en una carrera de relevos hasta su pueblo.
El camino no es fácil, reconocen ambos, pero todo lo vale, por acercar a sus vecinos un pedacito del milagro del Tepeyac. Además, de viva voz, ambos testifican haber sido bendecidos por la Virgen de Guadalupe, ya sea con una petición difícil o un anhelo profundo concedido.
Desde la Basílica, donde partirán en un camino de tres días, cuya ruta incluye sitios de paso como Cuernavaca, Taxco, Chilpancingo y Costa Chica de Guerrero, ambos se dicen confiados en la 'morenita' y, en esa frase tan querida por los Guadalupanos: "¿No estoy yo aquí que soy tu madre?"
Un ejemplo de ello, dice Rafael, es el caso de su hija, quien los iba a acompañar en la carrera, pero tuvo que quedarse en casa enferma de dengue. Pese a lo delicado, él no dejó su promesa a la Virgen y se fue confiado a la Basílica, recibiendo la sorpresa de que, apenas llegó al templo mariano, recibió la noticia de que su pequeña está mejor.
En el caso de Jesús Omar, también hay un milagro que contar, pues dice que, aunque nunca lo pidió literalmente a la Virgen, ésta le concedió el más grande deseo de su corazón: convertirse en padre, aún cuando la situación médica de su esposa indicaba que ello era poco probable.
Hoy, la promesa de Omar a la Virgen, con gratitud por el nacimiento de su hijo de cinco meses, es que pronto la irán a visitar juntos.
Ni el cansancio de 3 días caminando bajo el frío, que cala hasta los huesos, logra apagar la sonrisa se Rosalía Vega, quien es parte de un grupo de peregrinos de Chimalpa, comunidad del municipio de Apan, en Hidalgo.
Con 39 años de edad, a Rosalía la acompañan este año, su segundo en peregrinación a la Basílica, su hija de 12 años y su mamá.
Sonriente, la joven madre de familia cuenta que para ella la fe en la Virgen de Guadalupe es un tema de familia y que se comparte, pues en esta peregrinación que tiene más de 70 años realizándose, su padre fue uno de los primeros en unirse.
Aunque considera que su grupo de 19 personas es pequeño, reconoce que la solidaridad entre compañeros de caminata, así como el respaldo de templos o casas donde les abren las puertas para descansar de su trayecto, son muestra de que la Virgen está más cerca de lo que se cree, brindando su auxilio, protección y cariño por medio del otro.
Óscar Godínez tiene 47 años de edad y más de la mitad de su vida, desde hace 27 años, ha puesto como prioridad visitar la Basílica de Guadalupe, con motivo de las festividades del 12 de diciembre, para dar gracias por su salud, familia y empleo.
El señor Óscar nunca viene solo, este 2023, lo hizo acompañado de sus compañeros mototaxistas de la explana de San Felipe de Jesús, en la alcaldía Gustavo A. Madero, de la Ciudad de México.
En total, el grupo de peregrinos lo conforman una 100 personas, que entre padres, madres, hijos y amigos, se transportaron en 35 mototaxis adornados con globos, flores y claro, la imagen de la Virgen del Tepeyac.
Además de un devoto guadalupano, Óscar explica que es un fiel de la Virgen de San Juan de los Lagos, a la que también visita cada año en Jalisco, pero en una peregrinación junto a sus amigos ciclistas.
Su fe es firme, tanto como la amistad de sus compañeros mototaxistas, que lo reconocen como líder, mientras él explica que no hace falta hablar de grandes milagros para creer en la 'morenita', pues "las bendiciones las recibimos siempre".
La familia de Carlos Amado García viajó desde San Pedro Chenalhó, Chiapas, para visitar a la Virgen de Guadalupe. Son en total 7 los peregrinos, entre él, su cuñado, sus sobrinos e hijos.
A pesar de las 20 horas que tardaron para llegar de Chiapas a la Ciudad de México en auto, todos se muestran sonrientes, vestidos con playeras que llevan a la 'morenita' impresa y un pantalón deportivo de color rojo, que a forma de 'uniforme' deja ver que la familia de Carlos también es parte de un grupo de 'antorchistas'.
El objetivo de los 7, además de dar gracias, es llevar un poco de la 'luz de la Basílica' a su comunidad.
Para Carlos, la Virgen de Guadalupe "lo es todo", pues considera, regala el "milagro de la vida", cada día al despertar. Además, cuenta que la fe de su familia es tan fuerte, que incluso la Guadalupana se le apareció a su mamá en una calabaza, a la que ni el paso del tiempo le ha hecho estragos, pues se mantiene como recién cortada, pero con la silueta de la Virgen sobre ella.
"Mi mamá tiene guardada esa calabaza, no se hace fea, se mantiene bien. En la casa le hacen sus rosarios", platica, mientras sus hijos cargan una imagen de la Guadalupana y otra de San Judas Tadeo, como símbolo de que que la fe también una herencia.