Porque Porfirio Díaz es el presidente de México que más ha durado en su cargo y su figura genera polémica
Este 15 de septiembre, además de celebrar el inicio del Movimiento de Independencia, los mexicanos también conmemoramos otra fecha relevante: el 189 natalicio de Porfirio Díaz Mori, la única persona que ha sido presidente de México por 30 años de manera ininterrumpida (de diciembre de 1884 a mayo de 1911)
El polémico político y general de división nació un 15 de septiembre de 1830 en la ciudad de Oaxaca y fue hijo de José de la Cruz Díaz y Petrona Mori.
Antes de que fuera exiliado a París, Francia en 1911 (lugar donde murió el 2 de julio de 1915), Porfirio Díaz dio una de las entrevistas más célebres de su vida en 1908 (tenía 78 años) a James Creelman, un periodista canadiense radicado en Estados Unidos.
La entrevista fue publicada en marzo de 1908 en la influyente revista Pearson's Magazine y en ella, Creelman describió al presidente mexicano así:
"Es el prócer del continente, un líder inescrutable que tenía una figura esbelta y erguida, el rostro imperioso, fuerte, marcial, pero sensitivo, semblanza que está más allá de lo que se puede expresar con palabras".
"No hay figura en todo el mundo, ni más romántica ni más heroica, ni que más intensamente sea vigilada por amigos y enemigos de la democracia que este soldado, hombre de estado, cuya aventurera juventud hace palidecer las páginas de Dumas y cuya mano de hierro ha convertido las masas guerreras, ignorantes, supersticiosas y empobrecidas de México, oprimidas por siglos de crueldad y avaricia española, en una fuerte, pacífica y equilibrada nación que paga sus deudas y progresa", escribió Creelman sobre Porfirio Díaz.
Y por supuesto que Díaz también nos regaló una serie de 'joyas' en dicha entrevista, en la que habló de temas como la justicia y la democracia (sí, en serio). Te las presentamos.
"MI LARGA PRESIDENCIA NO ES UN PELIGRO
Para el general de división era un error suponer que el futuro de la democracia en México había sido puesto en peligro por su prolongada permanencia en el poder de un solo presidente.
"El servicio público no ha corrompido mis ideales políticos y creo que la democracia es el único justo principio del gobierno; puedo dejar la presidencia de México sin ningún remordimiento, pero lo que no puedo hacer es dejar de servir a este país mientras viva".
Incluso Porfirio Díaz reconocía que era un sentimiento natural en los pueblos democráticos el que sus dirigentes sean cambiados constantemente. "Estoy de acuerdo con este sentimiento".
Pero dejar la presidencia de México no le era fácil a Díaz, como lo reconoció el oaxaqueño.
"He tratado de dejar la presidencia en muchas y muy diversas ocasiones, pero pesa demasiado y he tenido que permanecer en ella por la propia salud del pueblo que ha confiado en mí. El hecho de que los valores mexicanos bajaran bruscamente 11 puntos durante unos días que me ausenté por enfermedad, hace evidente que no puedo retirarme de la vida pública".
LA OPOSICIÓN
Díaz reconoció que adoptó una política patriarcal en su administración para salvaguardar a la nación y por eso es que no había un partido de oposición fuerte.
"Tengo tantos amigos en la República que mis enemigos no parecen estar muy dispuestos a identificarse con una tan insignificante minoría", aseguró el oaxaqueño.
Incluso Porfirio Díaz dijo que estaba abierto a cualquier partido oposicionista en México.
"Si aparece, lo consideraré como una bendición, no como un mal. Y si llega a hacerse fuerte, no para explotar sino para gobernar, lo sostendré y aconsejaré y me olvidaré de mí mismo en la victoriosa inauguración de un gobierno completamente democrático en mi país.
quién dijo que no se cambiaría por el rey americano del petróleo y sus millones.".
LAS CLASES DE MÉXICO
La figura central del porfiriato tuvo un momento de melancolía cuando recordó las políticas de su gobierno y el periodista Creelman lo describió así:
"Era fácil observar que el presidente estaba profundamente conmovido. El recio rostro se había vuelto sensitivo como el de un niño. ¡Y qué inolvidable visión teñida de romanticismo y emotividad fue aquella!".
Porfirio Díaz pensaba que las personas con más dinero en México no representaban lo mejor del país:
"Los ricos están demasiado preocupados por sus mismas riquezas y dignidades para que puedan ser de alguna utilidad inmediata en el progreso y en el bienestar general".
Pero tampoco tenía en buen concepto a los pobres de México:
"Los pobres son a su vez tan ignorantes que no tienen poder alguno".
Y sobre la población indígena, el general oaxaqueño pensaba esto:
"Los indios, que son más de la mitad de nuestra población, se ocupan poco de la política. Están acostumbrados a guiarse por aquellos que poseen autoridad, en vez de pensar por sí mismos. Eso sí, son muy amables y agradecidos. Todos menos los yaquis y algunas tribus mayas".
Porfirio Díaz confiaba más en la clase media mexicana:
"La clase media es activa y trabajadora, a cada paso se mejora y es en esta clase en la que una democracia debe confiar y descansar para su progreso, a la que principalmente atañe la política y el mejoramiento general".
El problema general de la población, creía Díaz, era que las personas no se involucraban lo suficiente en los temas públicos.
"El pueblo no se preocupa lo bastante acerca de los asuntos públicos, como para formar una democracia. El mexicano, por regla general, piensa mucho en sus propios derechos y está siempre dispuesto a asegurarlos, pero no piensa mucho en los derechos de los demás: piensa en sus propios privilegios pero no en sus deberes"
LA JUSTICIA
En la entrevista a James Creelman, Porfirio Díaz admitió que aprobó castigar con pena de muerte a toda persona que robara, ejecutando a los culpables a horas de haber sido detenidos.
El presidente mexicano presumió que donde quiera que los cables telegráficos fueran cortados y el jefe del distrito no lograra capturar al criminal, el funcionario debería sufrir el castigo, y en el caso de que el corte ocurriera en una plantación, el propietario debería ser colgado en el poste de telégrafo más cercano.
"Eramos duros. Algunas veces, hasta la crueldad, pero todo esto era necesario para la vida y el progreso de la nación. Si hubo crueldad, los resultados la han justificado con creces"
Y es que para Porfirio Díaz era mejor derramar un poco de sangre para que mucha sangre se salvara.
"La que se derramó era sangre mala, la que se salvó, buena", agregó el general de división.
Sobre la educación, Díaz soñaba con un país en el que la educación sea llevada por el gobierno nacional y que todos recibieran la misma instrucción.
"Cuando los hombres leen las mismas cosas y piensan lo mismo, estén más dispuestos a actuar de común acuerdo"
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