Las encuestas de El Financiero completaron un ciclo anual en noviembre arrojando dos indicadores muy importantes de apoyo al gobierno: uno es el nivel de aprobación al Presidente Andrés Manuel López Obrador y el otro es el nivel de apoyo al partido gobernante, Morena.
Ambas series de datos, publicadas en días recientes, invitan a hacer una primera lectura sobre la relación entre la popularidad del presidente y el apoyo al partido gobernante, rumbo a las elecciones de 2021. En las elecciones de 2018 fue muy claro que el apoyo a Morena dependía, en gran medida, de la fuerza de Andrés Manuel López Obrador, al grado que el liderazgo de éste logró catapultar al partido y a sus candidatos a puestos de elección popular.
Con miras a las elecciones que tendrán lugar dentro de un año y medio vale preguntarse si la popularidad de AMLO jalará la intención de voto por su partido. ¿Es la popularidad presidencial el principal soporte de Morena?
Hasta ahora, ambos indicadores se han comportado más o menos de la misma manera, alcanzando un nivel particularmente alto en los primeros cuatro o cinco meses de gobierno, luego un ajuste a la baja y finalmente una notable estabilidad en los meses subsiguientes. No obstante, la baja en el apoyo a Morena fue proporcionalmente más fuerte que la baja en la aprobación al presidente.
Si consideramos el promedio de apoyo semestral, la aprobación a AMLO en el segundo semestre se redujo en un 12 por ciento con respecto al primero, mientras que el apoyo a Morena se contrajo en un 20 por ciento. Al parecer, la aprobación al presidente puede influir en el voto a su partido pero no lo garantiza.
Aún así, si hoy hubiera elecciones para diputados federales, el 36 por ciento de las preferencias totales que captó Morena en la encuesta de noviembre representa un 62 por ciento de voto efectivo, sin considerar a quienes dijeron que no votarían por ninguno o no saben. Ese porcentaje de apoyo está muy por encima del 37 por ciento que Morena obtuvo en las elecciones para diputados de 2018.
Con el nivel de apoyo actual, Morena no tendría ninguna dificultad en mantener, e incluso ampliar, su mayoría legislativa. Pero la elecciones serán en un año y medio, así que aún no hay nada escrito sobre piedra. Si el voto de Morena depende en buena medida de la popularidad presidencial, habrá que ver cómo se comporta ésta el próximo año, de cara a las elecciones.
Por lo pronto, la contracción en el apoyo a Morena en el segundo semestre de 2019 respecto al primer semestre no se concentró en ningún grupo socioeconómico particular, sino que se dispersa entre varios segmentos geográficos y demográficos.
Con diferencias mínimas, podríamos decir que la principal baja en el apoyo a Morena se observa entre los segmentos jóvenes, de escolaridad media y universitaria, en el centro del espectro ideológico, en la región centro del país, y entre gente que no recibe beneficios de programas sociales del gobierno.
Lo más notable es quizás que Morena bajó 10 puntos porcentuales entre los usuarios de Facebook del primer al segundo semestre, y tan sólo 4 puntos entre los no usuarios de esa red social, un dato para analizarse más a fondo.
Por último, las encuestas indican que entre quienes aprueban la labor del presidente, el 54 por ciento prefería a Morena en el primer semestre y 49 por ciento en el segundo semestre; en contraste, la preferencia por Morena entre quienes desaprueban a AMLO pasó de 12 a 8 por ciento en ese lapso. Entre ese segmento que desaprueba al presidente, el voto por los partidos de oposición se mantuvo estable en 36 por ciento de un semestre a otro. Eso significa que la desaprobación es en gran medida opositora, pero la oposición no ha capitalizado un mayor apoyo de la desaprobación. Como se mencionó en la publicación de la encuesta de intención de voto hace unos días, la baja en el apoyo a Morena se ha traducido en más electores indefinidos, no en más opositores. Ese tema queda pendiente para otra ocasión.