Entre las incontables reuniones que tuvo el capo mexicano, Joaquín “El Chapo” Guzmán, con otros narcotraficantes o presuntos políticos, no es difícil imaginar que el exlíder del Cártel de Sinaloa contara con un ‘barman’ o cantinero personal.
De acuerdo con Óscar Balderas, periodista especializado en crimen, agentes de la CIA fueron quienes identificaron a “Jaime Haz” como una pieza clave en el juicio contra Genaro García Luna y, además, se cree que es una de las personas más allegadas al narcotraficante mexicano.
La historia inició en 2019, cuando las autoridades de Estados Unidos buscaban testigos para hundir en cadena perpetua a Genaro García Luna, detenido hacecuatro años en Texas por presuntamente colaborar con el Cártel de Sinaloa.
Por esta razón, se buscaban testigos de primer nivel. “Fantasmas” que, por miedo o por conveniencia, confesaran ser espectadores de los pactos entre el arquitecto de la llamada guerra contra el narco y el capo de las drogas más famoso de México.
Las investigaciones terminaron con los ojos sobre un tal “Jaime Haz”. Aunque su nombre y apellido bien pudieran ser pseudónimos, su rol en el cártel es una verdad escrita. Se trata de un sommelier (experto en whisky) que se ganó la confianza del “Chapo” por sus conocimientos.
Su primera aparición pública quedó registrada en documentos elaborados en 2018 por la CIA y desclasificados por el sitio MuckRock, que pidió al gobierno los planos de un juego de mesa con el que sus agentes afinaban habilidades de investigación para atrapar criminales.
Los creadores de ese juego de mesa —propiedad de la CIA— tomaron elementos reales para su entrenamiento y ahí pusieron como una ficha importante a un tal “Jaime Haz”: el sommelier, el barman, el cantinero de toda la confianza del “Chapo” Guzmán.
Su trabajo era acercar los mejores whiskys para que el capo los degustara. Su contratación se dio en los tiempos en que el sinaloense se encontraba en la cúspide del poder arropado por políticos de primer nivel.
El sommelier disfrutaba de estar en el círculo más compacto de “El Chapo”. Incluso, estaba sentado a la derecha de otras personas que, sin ser familia de Guzmán Loera, habían entrado a su intimidad: por ejemplo, Ofelia Contreras, su cocinera particular, y su hijo Oswaldo Benjamín.
Para imaginar su importancia, “Jaime Haz” tenía el mismo acceso al “Chapo” que, por ejemplo, Felipe de Jesús Corona Verbera, el arquitecto de los túneles que conectaban la droga del Cártel de Sinaloa desde México hacia Estados Unidos.
Sin embargo, el tal “Jaime Haz” tenía un papel distinto. Uno que lo hacía muy importante en el Cártel de Sinaloa y que hoy lo tiene en la mira de las autoridades. Como el sommelier de whiskys del “Chapo”, él decidía cuáles botellas eran dignas, o no, de ser degustadas por el capo.
La botella favorita del “Chapo”, según la CIA, era el Buchanans, pero las que más gustaban y que pasaban por el filtro de “Jaime Haz” eran las de edición limitada que enviaban políticos al narcotraficante sinaloense, según dijeron fuentes en Estados Unidos.
Cada vez que se acercaba su cumpleaños, cientos de botellas llegaban al poderoso narcotraficante. De jefes de la policía, alcaldes, diputados, gobernadores estaban llenas las cavas y “Jaime Haz” tenía como trabajo separarlas y avisarle al “Chapo” quién era el emisor.
El sommelier llevaba un riguroso listado de políticos que eran cercanos al sinaloense y, uno de ellos, según la CIA, sería un generoso Genaro García Luna. Según las hipótesis de los fiscales, el sommelier tendría la mejor base de datos de aliados del “Chapo” en el gobierno.
Su lista es la prueba faltante para enjuiciar a cientos de políticos mexicanos, incluido García Luna, un supuesto secretario de Estado que, además, era dadivoso cuando mandaba botellas de whisky edición limitada hasta Sinaloa.