Opinión

Pedro Kumamoto: Hogares vacíos

En Tijuana. | Decenas de personas han sido desalojadas de sus viviendas por falta de pago | Fuente: Cuartoscuro

México se ha llenado de estos fraccionamientos fantasmas. Las miles de fachadas abandonadas son el último vestigio de los sueños de quienes compraron esas viviendas con la intención de fundar un hogar. Ya sea en Ciudad Juárez, Zumpango o Tlajomulco de Zuñiga, las historias de estos desarrollos son la suma de un modelo habitacional inviable, negligencia y corrupción. 

En los últimos años el abandono de vivienda ha crecido exponencialmente en nuestro país. Según cifras del Instituto del Fondo Nacional para la Vivienda de los Trabajadores (Infonavit), 2020 inició con 650 mil casas abandonadas por sus propios dueños, la mayoría de ellas localizadas en desarrollos inmobiliarios que tienen alrededor de una década de vida. 

El abandono de vivienda en otros países suele estar ligado a las crisis económicas, las cuales provocan que los dueños pierdan su empleo, los intereses crezcan y caigan en impago. Un ejemplo de ello fue la recesión del 2008 en Estados Unidos, donde las imágenes de los desalojos y casas abandonadas se volvieron dolorosamente comunes.  

Sin embargo, en nuestro país esta situación no solo está ligada a factores económicos, sino a elementos urbanísticos y sociales. Algunos de los motivos que provocan el abandono de las residencias señalados por especialistas son la falta de servicios básicos, la mala conectividad con los centros urbanos, la migración y la inseguridad. 

Durante las últimas décadas, las ciudades del país experimentaron el surgimiento de grandes desarrollos inmobiliarios en las periferias urbanas, construidos con materiales de mala calidad, desconectados de la oferta de transporte público, donde el agua escasea, sin clínicas, parques o escuelas cercanas. Poco tiempo pasó para que sus habitantes se hartaran de estas condiciones inhumanas e iniciara un éxodo masivo que creció exponencialmente. De esta manera, personas que habían ahorrado con mucho esfuerzo para hacerse de una casa, tuvieron que dejar el sitio por el cual trabajaron por años.   

La mayoría de estos problemas apuntan como responsables a la política de vivienda de los últimos sexenios, a la corrupción de autoridades municipales y desarrolladores y a la terrible planificación de nuestras ciudades. Un desastre que unió la rapacidad por unos pesos de un lado con a la necesidad de tener un techo dónde vivir a un precio accesible. 

Contrario a lo que se podría pensar, este tema no sólo le compete a la familia que pierde su casa. La vivienda abandonada es un reflejo de la necesidad de nuevas instituciones y normas en la materia. Quien abandona su hogar lo hace por las terribles condiciones estructurales que le rodean, ya sean las pandillas que merodean la cuadra, la falta de una escuela para sus hijos o las largas horas de trayectos para poder llegar a la fuente de trabajo. 

Como podemos observar, este tipo de problemas complejos requieren de un enfoque holístico y sistémico para ser solucionados.   

Por eso son significativos los pasos que se están dando para hacer frente a esta situación. A inicios del año, el Infonavit, la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano y varias administraciones municipales anunciaron un plan de rescate de estas viviendas. Las acciones incluyen la intervención de varios polígonos en estas condiciones, la creación de infraestructura urbana, la negociación de las deudas así como ordenamiento del territorio. A esto se suma la publicación del Programa Nacional de Vivienda 2019-2024, el cual deja ver una visión con compromiso con la justicia social y ambiental.

Esta es una gran noticia, porque dichas acciones en conjunto podrían ofrecer justicia y certidumbre a aquellas personas que dejaron su casa a causa de las graves deficiencias urbanas y de servicios. A la vez, las ciudades podrían planificar de mejor forma su crecimiento y crear una nueva oferta de vivienda digna, adecuada y accesible.  

Otro punto a observar en este plan de rescate será la colaboración entre estas dependencias y gobiernos municipales. Esperemos que esta sea una muestra que gobiernos emanados de distintos colores partidistas sí pueden trabajar en conjunto a favor de la población. 

Este es un ejemplo que muestra que a los problemas complejos del país sí se le pueden hacer frente. Que se puede dejar de echarle la culpa a los gobiernos pasados. Que se pueden imaginar cambios incluso en los escenarios más adversos. Ojalá que este caso sea exitoso y que se replique entre otras dependencias y gobiernos.

Pedro Kumamoto 21.59.2020 Última actualización 21 julio 2020 6:59

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