Opinión

Pablo Hiriart: Dieciséis meses de espanto

A 16 meses. | ¿Qué va a hacer AMLO si no alcanza la mayoría calificada en el Congreso el próximo año? | Fuente:


Los signos de desquiciamiento se han recrudecido en el Presidente de la República y el país está atrapado en sus odios crecientes, cuando aún faltan 16 meses y medio para que deje el gobierno.

De aquí al 30 de septiembre del próximo año México estará a expensas del estado de ánimo presidencial.

El punto de inflexión que precipitó su descontrol fue la encuesta que puso a la presidenta de la Corte, Norma Piña, por encima de él en aceptación.

Desde ahí se rompió el dique de contención y el torrente de sus impulsos arrasa con instituciones, gremios y personalidades respetadas por la sociedad.

Luego vino el poco creíble contagio de covid, cuando se desmayó en Yucatán, sin que hasta ahora sepamos qué médicos lo atendieron.

Andrés Manuel López Obrador es un hombre que somatiza sus derrotas. Cuando perdió contra Peña Nieto y el entonces presidente –apenas llegando– pasó con mayoría calificada en el Congreso las reformas que él iba a frenar, le dio un infarto.

Después de haber perdido en la Corte lo que él considera “esencial” de su proyecto, una ley de comunicación social para las campañas y otra de responsabilidades administrativas, el desquiciamiento del Presidente escaló de manera ostensible.

El martes empezó hablando de los españoles “cuando nos invadieron” y que “no nos vinieron a civilizar”, y luego se desgranó en insultos contra la Corte y sus ministros, porque no le dieron la razón.

Hablaba del daño que una empresa había hecho en manglares de Quintana Roo, y sin venir a cuento se acordó de Carlos Loret y lo emplazó a responder a un reto sobre bienes y propiedades.

Ya le cuesta hilvanar ideas. Sus fantasmas lo asaltan y de pronto se sulfura, para luego reír a carcajadas.

Ese día López Obrador anunció que va a presentar una iniciativa de reforma constitucional para desaparecer a la actual Suprema Corte de Justicia de la Nación y que en adelante los ministros se elijan por voto popular.

No importan sus conocimientos, sino su popularidad.

Para eso, dijo, necesita ganar la mayoría calificada en el Congreso en las elecciones federales del próximo año.

Con esa mayoría de Morena y todavía él como Presidente, se impondrá la dictadura: una Corte electa por los votantes de Morena. Lo mismo ocurrirá, dijo, con los consejeros electorales. Desaparecerá el Inai y con él quedará anulado el acceso a la información (artículo sexto constitucional).

Si así reacciona por una derrota en la Corte, ¿qué va a hacer cuando los ministros frenen la segunda parte del plan B electoral?

Pregunto: ¿qué va a hacer el presidente López Obrador si no alcanza la mayoría calificada en el Congreso el próximo año?

Intentará destruirlo todo.

Gane o pierda, viene lo peor.

Dieciséis meses en que el país estará atrapado en sus resentimientos.

Ayer dijo que el Premio Derechos Humanos 2023 a Norma Piña, la presidenta de la Suprema Corte de México (que entrega la Asociación Internacional de Mujeres Juezas, que reúne cada año a 10 mil juzgadoras de 143 países), es “de los que se consiguen en la Plaza de Santo Domingo”.

Llamó “criminal” al ex procurador general de la República Ignacio Morales Lechuga, porque defiende a Loret.

Destiló sarcasmo por el doctorado honoris causa que el rector de la UNAM, Enrique Graue, recibió en Sevilla y por los reconocimientos al historiador Enrique Krauze en España.

Así se expresó del periodista Carlos Loret que le solicitó una entrevista: “Imagínense que yo me voy a dejar entrevistar. No lo quiero ver. O sea, es un hampón. O sea, me reservo el derecho de admisión, sí, aquí me reservo el derecho de admisión. No puedo reunirme con bandoleros, no puedo reunirme con malandros, no puedo reunirme, no, no, no, nada, nada, nada”.

Son señales públicas de desquiciamiento que deben atender sus médicos. A nadie beneficia que le dé otro infarto.

Y en lo político, cuidado: todo lo malo puede suceder por la frustración de un político que llegó a Presidente y no ha sabido hacer nada constructivo.

¿Su proyecto era que no hubiese devaluación del peso?

Qué poquito. Y no es mérito suyo.

¿Quería gobernar para hacer un tren en la selva que va a costar 400 mil millones de pesos de los contribuyentes?

¿O para construir una refinería en zona protegida, que va a costar más del doble de lo presupuestado?

Si esos 400 mil millones de pesos del tren los hubiera invertido en un robusto sistema de salud pública, se le reconocería.

Si los 18 mil millones de dólares de la refinería de Dos Bocas se hubieran canalizado a infraestructura carretera de primer mundo en Tabasco, Campeche y Chiapas, les habría cambiado la vida a los habitantes de esa región.

No hay nada de eso.

Su legado será un hoyo negro con oportunidades perdidas, más los estropicios que hará antes de enfrentar la realidad el 1 de octubre del próximo año.

Dieciséis meses estaremos atrapados en su pánico y en su frustración.

Pablo Hiriart 11.09.2023 Última actualización 11 mayo 2023 8:9
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