Si a partir del 20 de enero Donald Trump decidiera imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, el resultado previsible es que se encarecerían y perderían competitividad en el mercado norteamericano.
Pero, hay un ‘arma secreta’ para compensar ese efecto: el tipo de cambio.
Vamos por partes para entender los diferentes impactos.
La aplicación de aranceles puede tener dos tipos de efectos.
Si lo que México exporta, por ejemplo, es un insumo insustituible para una empresa estadounidense, esta deberá seguir comprándolo, pero tendrá que pagar el porcentaje adicional que habrá de representar el impuesto.
Lo más probable es que el costo adicional sea repercutido en el precio final del producto, por eso es previsible que haya más inflación si se aplican aranceles generalizados a socios comerciales importantes.
Si el arancel se aplica a un bien de consumo final que pueda ser sustituido por otro, simplemente nos dejarían de comprar y se afectarían nuestras exportaciones.
Si el bien de consumo no tiene sustituto directo, entonces también aumentaría su precio.
Veamos un ejemplo de este caso y cómo impacta un tipo de cambio diferente.
Para hacer el análisis más sencillo consideremos que el arancel que se va a aplicar es del 10 por ciento.
Pongamos el caso de un bien de consumo que no tiene sustituto directo, como el tequila.
Si una caja de 6 botellas de tequila se vende, supongamos en el equivalente en dólares de 3 mil pesos, a una cotización de 20 pesos por dólar, costaría 150 dólares. Al aplicarse el arancel del 10 por ciento, su precio subiría a 165 dólares.
Ahora imagine que la cotización del peso frente al dólar se ubica en 22 unidades en lugar de 20. Los tres mil pesos que cuesta la caja de tequila serían entonces equivalentes a 136.36 dólares.
Si se aplicara un arancel de 10 por ciento a ese producto con el nuevo tipo de cambio, el precio sería de 150 dólares, exactamente el mismo que tenía antes de la aplicación de aranceles.
Sin que en los años del gobierno de Biden se hayan aplicado aranceles, las exportaciones mexicanas tuvieron una notoria pérdida de competitividad por la apreciación de la moneda.
Con una cotización de 17 por dólar, la caja de tequila que nos sirve de ejemplo costaba 176.47 dólares. A veces, los exportadores lo dejaban en 150 dólares (equivalentes entonces a 2 mil 550 pesos) y el diferencial lo tomaban ellos, perdiendo ingresos.
La depreciación reciente de nuestra moneda dio mayor competitividad a las exportaciones mexicanas… pero eso no lo dicen los funcionarios mexicanos, pues puede enojar a ya saben quién.
El ejemplo anterior es muy simplificado. La realidad es mucho más compleja que este ejercicio, pues hay sectores de la economía en los que, además de exportar, también se hacen importaciones cuantiosas de insumos, cuyo precio, al estar denominado en dólares, se incrementaría en caso de que tuviéramos una depreciación.
Sin embargo, el principio general sigue siendo válido: las exportaciones mexicanas ganan en competitividad en la medida que tenemos una moneda más débil frente al dólar.
Claro que, con el régimen cambiario que tenemos, de libre flotación, el gobierno no tiene la capacidad de establecer el tipo de cambio que quiera.
Sin embargo, el escenario más probable es que la aplicación efectiva de aranceles por parte del gobierno de Trump debilitara a nuestra moneda.
Desde luego que si el porcentaje del arancel fuera de 25 por ciento generalizado a todo tipo de exportación, entonces el impacto sería demoledor para México por más que las exportaciones se beneficiaran.
Si el tipo de cambio se devaluara en esa proporción, llegaría a 25 pesos por dólar, lo que tendría un efecto altamente disruptivo en las finanzas mexicanas, sobre todo si la depreciación fuera en un lapso breve.
En el sexenio de López Obrador se gestó la idea incorrecta de que un peso más fuerte era mejor para la economía. Como siempre le explicamos en este espacio, era mejor para algunos sectores, pero peor para otros.
Y un movimiento brusco, haría que directa o indirectamente, fuera peor para todos.