Durante los últimos días, una y otra vez me han preguntado si creo que las tendencias electorales que hoy prevalecen pueden ser reversibles.
La pregunta es porque en diversas ocasiones le he referido los cambios que se han presentado en las preferencias electorales durante las campañas.
Uno de los actores relevantes del 2006, año en el que Andrés Manuel López Obrador cayó drásticamente, de encabezar las preferencias a perder la elección, me refirió que, respecto a ese año, una de las grandes diferencias es la legislación electoral.
En el 2006, los actores privados tenían el derecho de pagar publicidad relativa a sus preferencias electorales.
Tanto el PAN como los empresarios publicitaron la imagen de un López Obrador intolerante.
Seguramente hay quien se acuerde del spot. Salía Chávez diciéndole al entonces presidente Fox: “No se meta conmigo caballero, porque sale ‘espinao’”. Y luego venía la frase célebre de AMLO diciendo: “Cállate, chachalaca”.
Otros spots que aparecieron miles de veces en radio y televisión apuntaban a la amenaza del endeudamiento, crisis y desempleo… tal y como lo había hecho en el Distrito Federal.
Yo me gané las críticas de los panistas y los priistas, pues en la columna Coordenadas del 6 de abril del 2006, titulada, “La polémica deuda de López Obrador”, señalaba lo siguiente: “La deuda del Distrito Federal creció 51.5 por ciento entre 2000 y 2005… si esta cifra se pone en términos reales y anuales, el resultado fue de 3.97 por ciento de tasa de crecimiento anual… La deuda del DF creció por abajo del ritmo promedio de la deuda del resto de las entidades federativas”.
En ese entonces, no había muchos analistas que hicieran un análisis objetivo. Hoy sobran.
Uno puede expresar creencias y opiniones de AMLO, pero ya no como en los spots de entonces.
Y las vacunas frente a información evidentemente falsa ya son muchas.
Eso va a hacer muy complicado combatir la imagen de AMLO, como pasó en 2006.
¿Eso quiere decir que ya está definido el resultado? No.
Como entonces, el principal enemigo de AMLO sigue siendo AMLO.
La posibilidad de que él solito se venga para abajo existe.
Ya lo vimos en su participación en la Convención Bancaria de la semana pasada. No es nada difícil que emerja el personaje amenazante que ahuyenta a los votantes.
Ya el día de hoy tuvo que buscar control de daños a sus dichos del viernes, aclarando, interpretando, dando contexto.
La tardanza de 3 días, refleja que en la evaluación hecha, su equipo no consideró necesario hacer ninguna aclaración en los días previos. Eso se llama soberbia y frecuente se traduce en ceguera, con todas las consecuencias que ello trae.
Pese a ello, quienes piensen que, como en el 2006, la campaña: “un peligro para México”, va a llegar a cambiar las circunstancias electorales, más vale que se vayan olvidando de ello.
Las reglas y las circunstancias electorales del país hoy son muy diferentes a las de hace 12 años y si cambian las tendencias en la intención de voto, como cambiaron entonces, no va a ser por hacer una campaña como la de aquel entonces.