Opinión

Enrique Quintana: La gobernabilidad en la ‘era Trump’

Reconciliación. | El presidente electo de Estados Unidos hizo un llamada a la unidad de dicho país | Fuente: AFP

La encuesta publicada por El Financiero ayer, revela que la intención voto por los partidos y aspirantes preferidos en este momento está muy pareja.

El PAN y el PRI están empatados estadísticamente como opciones partidistas con 29 y 28 puntos porcentuales respectivamente.

En tanto que, como candidatos individuales encabezan las preferencias Margarita Zavala y Andrés Manuel López Obrador con 29 puntos para ambos.

Falta un año, seis meses y nueve días para que se realicen las elecciones presidenciales, y en ese lapso mucho puede cambiar.

Sin embargo, el escenario base que se perfila es el de una elección presidencial en donde el triunfador obtenga alrededor del 30 por ciento de los votos.

Aun considerando un escenario de muy nutrida participación, con votos del 70 por ciento de los electores inscritos, el triunfador obtendría el 21 por ciento de los votos potenciales.

Es decir, el escenario más probable es el de un ganador que apenas obtuvo la preferencia de uno de cada 5 electores potenciales, pero, además, en donde la fuerza política que lo respalde no tendrá mayorías en ninguna de las dos Cámaras del Congreso.

Esa circunstancia ya es una amenaza a la gobernabilidad en cualquier circunstancia, pero con un escenario en el que tendremos un gobierno norteamericano que puede perfilarse como agresivo en sus acciones para los intereses de México, el riesgo de tener un gobierno débil en términos de la proporción del respaldo que tiene, se multiplica.

Por esa razón, es más que pertinente la discusión que pusieron ayer sobre la mesa, Manlio Fabio Beltrones, expresidente del PRI, y el excandidato presidencial del PAN, Diego Fernández de Cevallos, en el Foro organizado por El Financiero e Integralia.

La propuesta de Beltrones es clara y precisa. Si el candidato ganador no obtiene al menos el 42 por ciento de los votos válidos en la elección federal estaría obligado a generar una coalición, para llegar al menos a esa cifra.

La propuesta es muy atractiva, pero requiere adicionarse. Imaginemos por un momento que el ganador de la próxima elección es López Obrador, con el 30 por ciento de los votos.

Pero no admite una coalición con ninguna fuerza política que le dé los otros 12 puntos requeridos para llegar a la cifra de los 42 puntos.

En ese caso, debería generarse un esquema en el que se abriera la puerta a la formación de otras coaliciones que, aunque no incluyeran al ganador, sumaran el 42 por ciento requerido.

O, si se quiere evitar complicaciones, de plano poner sobre la mesa el esquema de la segunda vuelta para los dos candidatos presidenciales que obtengan los mayores porcentajes de la votación.

La discusión puede abrirse y generar opciones creativas, pero lo que no puede hacerse es configurar un cuadro político en el que en el 2018 demos lugar en México a un gobierno débil en términos de su nivel de respaldo en las urnas.

Siempre puede haber el talento político para establecer pactos, pero en esta coyuntura no podemos correr el riesgo de que no se logren configurar.

La oportunidad que abre el arribo de Trump es configurar un arreglo político que le dé viabilidad a la democracia mexicana por mucho tiempo más.

Enrique Quintana 24.43.2016 Última actualización 24 noviembre 2016 9:43

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