Un hombre de 40 años estuvo contagiado de COVID-19 durante 218 días, poco más de siete meses, luego de someterse a un tratamiento para combatir el cáncer en el sistema linfático.
De acuerdo con un estudio realizado por el Laboratorio Cold Spring Harbor de Estados Unidos, el paciente acumuló un gran número de mutaciones compatibles con la evolución genómica viral intrahospitalaria.
“La secuenciación del genoma completo y los cultivos virales confirmaron una infección continua con un virus con replicación positiva que había experimentado una variación genética durante al menos 196 días después de la aparición de los síntomas”.
El paciente inició con los síntomas en 2020, seis meses después de que recibió tratamiento contra el cáncer linfático. Comenzó con fiebre de 37.,8 ° C, mialgia y dolor de cabeza.
Posteriormente, buscó asistencia médica y se sometió a una evaluación clínica. Los signos vitales y la auscultación pulmonar fueron normales, sin embargo, ese mismo día se realizó un análisis de sangre y dio positivo para el SARS-CoV-2.
Además, una tomografía computarizada (TC) de tórax reveló neumonía intersticial restringida a áreas basales del pulmón. El paciente fue dado de alta con antibióticos orales como amoxicilina, clavulánico y azitromicina.
Días después el hombre registró un empeoramiento de sus síntomas, por lo que tuvo que regresar al hospital donde ingresó como paciente interno. En ese momento, su saturación de oxígeno era del 87 por ciento.
Durante esta primera hospitalización recibió corticosteroides (prednisona) y un ciclo de cinco días de ceftriaxona y azitromicina.
El estudio indica que su estado clínico y los resultados de laboratorio mejoraron y finalmente fue dado de alta del hospital a finales de mes.
Posteriormente, el paciente tuvo seguimientos regulares y no informó ningún signo o síntoma nuevo. Siguió usando prednisona en dosis reducidas gradualmente.
Sin embargo, ahí no acabó todo, pues unos días después, notó nuevos signos de disnea con fatiga, dolor en el pecho y también se quejó de tener fiebre.
Este empeoramiento clínico provocó una segunda hospitalización durante tres meses. Esta estancia prolongada se debió a una recaída de su neumopatía intersticial.
El paciente requirió con urgencia oxígeno y paralelamente registró un empeoramiento de su condición clínica, linfopenia y un recuento bajo de monocitos. También desarrolló varias infecciones bacterianas relacionadas con esta prolongada hospitalización.
Debido a su condición severa fue tratado con plasma de individuos que se habían recuperado de COVID 19 (plasma convaleciente).
El procedimiento transcurrió sin incidentes, pero el estado del paciente se agravó y requirió intubación orotraqueal y una mayor necesidad de fármacos vasoactivos. También recibió antibióticos de amplio espectro como linezolid, meropenem y terapia antifúngica, pero su situación empeoró.
A pesar de todas estas complicaciones clínicas su situación mejoró y fue trasladado de la unidad de cuidados intensivos y dado de alta del hospital.
Pocos días después desarrolló fiebre y deterioro respiratorio y fue readmitido en el hospital. En ese momento, seguía dando positivo a COVID-19 y, debido a un deterioro respiratorio que generaba la preocupación de una neumonía fibrosante, mientras tomaba corticosteroides, también recibió inmunoglobulina intravenosa durante un día acompañada de antibióticos diarios.
Se le prescribió voriconazol, un medicamento para tratar enfermedades fúngicas, y se le practicó una segunda infusión de plasma de convalecencia, lo que condujo a un aumento del recuento de linfocitos y mejoría clínica, por lo que el paciente fue dado de alta del hospital.
Debido al estado inmunológico deteriorado del paciente, la persistencia de los síntomas y el resultado positivo prolongado COVID-19, se decidió investigar la capacidad replicativa de su infección por SARS-CoV-2.
Desde el día 134 de la enfermedad hasta el día 218 se recogieron muestras de sangre, orina, saliva, hisopos nasofaríngeos y anales a intervalos de una semana para su análisis.
Todas las muestras recolectadas entre el día 6 y el día 218 dieron positivo para SARS-CoV-2.
Además, los sueros obtenidos en diez ocasiones a partir del día 134 fueron consistentemente negativos para los anticuerpos neutralizantes, lo que sugirió la adquisición de mutaciones que confieren resistencia a los anticuerpos neutralizantes.
Los investigadores indican que este estudio puede tener implicaciones para el manejo del SARS-CoV-2 en personas con infección crónica a largo plazo.
“El presente estudio demuestra que el virus SARS-CoV-2 viable y con capacidad de replicación puede recuperarse de la mucosa faríngea y la saliva a intervalos prolongados en un paciente inmunodeprimido. Las presentes observaciones pueden ser pertinentes para seguir perfeccionando los protocolos de prevención y transmisión”.